Naufragando en el océano del COVID

Me vi, al igual que todos mis compañeros docentes y coordinadores TIC, siendo arrastrada por la inclemencia de las olas que golpeaban los barcos con la fuerza de una crisis económica. Conoce el análisis de una profesora.

Naufragando en el océano del COVID
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Una lectura de 5 minutos

“La pandemia ha sido como subirse a un barco en medio de una tempestad donde me dieron un timón diferente al que yo sabía maniobrar”.

En febrero del 2020 escuché que había una pandemia en China, no le di importancia, “está muy lejos”, pensé. A principios de marzo del mismo año escuché que Europa ya se había infectado del virus que había salido de China, “seguro es como la influenza”, dije; sin embargo, tomé provisiones gracias a un correo que Google me envió donde explicaba el uso de las herramientas de GSuite y comencé a preparar a los docentes a mi cargo para el peor de los escenarios. Ellos tampoco hicieron caso de las noticias provenientes del otro lado del mundo.

A mediados de marzo vi un video donde una chica poblana decía que se había infectado en el extranjero y que sólo había sido como una gripa, que no pasaba nada más; a los pocos días mi jefe me llamó para informarme que las clases presenciales serían suspendidas y yo debía ayudar a la dirección académica para trasladar el semestre a modalidad online.

“Me vi empapada en la angustia de escuchar a mis colegas relatar situaciones económicas y familiares que no les permitían cumplir con su labor docente, así como las quejas de alumnos que no estaban conformes ni tampoco contaban con los recursos para continuar sus estudios”.

A partir de ese momento me subí a un barco en medio de una tempestad, donde me dieron un timón diferente al que yo sabía maniobrar. Me vi, al igual que todos mis compañeros docentes y coordinadores TIC, siendo arrastrada por la inclemencia de las olas que golpeaban y desgastaban los barcos con la fuerza de la crisis económica que no permitía abrir los negocios, con el miedo generalizado de personas que hacían compras de pánico, por la resistencia de medidas de precaución tales como el uso de la mascarilla, gel antibacterial y distancia social. Me vi empapada en la angustia de escuchar a mis colegas relatar situaciones económicas y familiares que no les permitían cumplir con su labor docente al nivel de exigencia que mi jefe me pedía imponer, así como las quejas de alumnos que no estaban conformes con la metodología empleada y que no contaban con los recursos para continuar sus estudios.

Llegó el verano y con él, el ojo del huracán. Tuve tiempo para planificar un semestre en línea, estrategias y herramientas que facilitarían la labor docente y administrativa, estaba decidida a cambiar el plan previamente seguido para mejorar el desempeño y facilitar el acceso al aprendizaje. Creí que estábamos listos para encaramarnos en las olas que se vislumbraban en la distancia, pero estaba equivocada.

En septiembre, la pared del ojo del huracán nos golpeó con tanta fuerza que llenó el barco de fisuras por las cuales se comenzó a filtrar la carencia de recursos, la resistencia de los docentes al uso de la tecnología, la rebeldía de los alumnos, el enojo generalizado ante una situación que llevaba meses mermando la coraza de los barcos hasta el punto de hundirlos.

Estaba atrapada, varios de mis colegas habían saltado por la borda, otros estaban ocultos en sus cabinas, y los pocos que quedaban en cubierta sacaban agua con baldes de las fisuras que se veían cada vez más grandes. El Capitán de mi barco, viendo la situación, se acercó a preguntarme “¿Qué más puedes hacer?”, yo lo vi incrédula ante su cuestionamiento. Podía haber atado el timón a una escoba para que no se desviara del curso y bajar a cubierta con cubetas para ayudar a mis colegas, podría haber ajustado los salvavidas de cada uno y recolectando trapos para tapar las fisuras. Podría haber dado más, pero eso hubiera significado renunciar a mi libertad.

Caí en la cuenta de que el barco se iba a hundir y yo no era capitán, yo no podía tomar decisiones, ni liberar los botes salvavidas, únicamente podía exigirles a los tripulantes que realizaran las actividades que, en teoría, prevendrían el hundimiento del barco.

Sé que este sentimiento agobia a todos los coordinadores de escuelas en riesgo de hundirse, sé que el poder que tienen es limitado y sus exigencias van más allá de lo que se puede pedir en tiempos de pandemia, sé que las personas se sienten ahogadas en trabajo y no hacen más que recibir golpes de la tempestad. Es por esto por lo que decidí abandonar la nave. Entregué el timón al capitán y salté por la borda a mi propio navío: uno forjado por mis estudios y experiencia que me permitieron comenzar a trabajar de forma independiente.


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Mi yate es del tamaño justo para remontar las olas, tiene todos los aditamentos que requiero para trabajar a distancia y es el tipo de barco que puedo maniobrar a mi placer, puesto que yo soy la capitana. Cuento con redes [1] que me proveen de contactos, herramientas e ideas para desempeñar mejor mi labor docente. Me he estado capacitando constantemente para trabajar mejor con mis alumnos y he logrado implementar metodologías que me han permitido mejorar la comunicación con los alumnos y optimizar su desempeño, así como los tiempos en las clases virtuales.

A continuación, comparto algunas de estas metodologías y herramientas:

Técnica pomodoro

  • Clases de 45 minutos

    • Revisamos 20 minutos la parte teórica.

    • Descansamos 5 minutos (alejados de la tecnología).

    • Los alumnos realizan actividades formativas y sumativas para reforzar y evaluar el aprendizaje por 20 minutos.

    • Aclaramos dudas los últimos 5 minutos.

  • Clases de 60 minutos

    • Revisamos 20 minutos la parte teórica.

    • Descansamos 5 minutos (alejados de la tecnología).

    • Los alumnos realizan actividades formativas y sumativas para reforzar y evaluar el aprendizaje por 30 minutos.

    • Aclaramos dudas los últimos 5 minutos.

  • Clases de varias horas o para adultos

    • Se implementan periodos de 50 minutos de trabajo-actividad.

    • Descansos de 10 minutos.

Comunicación directa con los alumnos

  • Seesaw para los más pequeños. Sirve también como portafolio de evidencias.

  • Hangouts para los jóvenes y adultos. Ideal para quienes tienen correo institucional.

  • Google Classroom mi aula virtual predilecta. Sirve también como portafolio de evidencias.

Evaluación

  • Formularios permite crear exámenes diagnóstico, formativos y sumativos con una alta calidad y precisión.

  • Google Classroom permite crear ponderaciones para que los alumnos vean sus calificaciones en tiempo real.

  • Socrative es una herramienta muy divertida con la que puedo hacer repasos de los contenidos y otorgar puntos extra a mis alumnos.

Ahora que me encuentro navegando por mi cuenta, me dedico exclusivamente a dar clases y he descubierto lo cansado y agobiante que es trabajar 8-12 horas sentada en un escritorio; es gracias a las herramientas previamente descritas que he logrado mantener la cordura y desenvolverme en las clases con el máximo rendimiento para que mis alumnos aprovechen el tiempo que pasamos juntos. No es fácil, la planeación requiere de mucho tiempo adicional, la preparación, diseño e implementación de materiales y herramientas es compleja y detallista, pero, una vez que está todo en orden y mis alumnos comienzan a trabajar y a descubrir los contenidos, sé que ha valido la pena.

Mi mayor recomendación para mis colegas docentes es esta: planifiquen sus clases con cosas sencillas, consideren la mitad del tiempo que tienen con cada grupo y empápense de las estrategias que otros docentes han experimentado y aprobado [2], recuerden que no están solos y que, en este océano de incertidumbre, hay otros barcos con capitanes que saben navegar en aguas peligrosas y siempre pueden aprender de ellos. No hemos salido de la tormenta, no sabemos cuánto tiempo más va a durar, pero sabemos que “ningún mar en calma hizo experto a un marinero”.

Acerca de la autora

Maya NiRo (teacher.niro@gmail.com) es licenciada en ciencias y técnicas de la comunicación, maestra en letras iberoamericanas, maestra en educación, apple teacher, docente digital certificada por ICDL Américas y autora del e-book La mujer del cuadro. Actualmente trabajo con la Universidad del Golfo de México y la Universidad de América Latina.

Referencias

[1] TED, EdTED, GSuite, Khan Academy, Coursera, Observatorio de Innovación Educativa, etc.

[2] Presencia en el aula virtual

Edición por Rubí Román (rubi.roman@tec.mx) – Observatorio de Innovación Educativa

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0