Fracaso en el campus universitario

Estos programas universitarios apuntan a ayudar a los estudiantes a lidiar con el fracaso. 

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Imagen del video "The Worst Grade" de Rebecca Grossman.

Imagen del video «The Worst Grade» de Rebecca Grossman.

El año pasado, como parte de una nueva iniciativa en el Smith College, una universidad privada para mujeres, estudiantes y profesores se enfrentaron a una gran pantalla que proyectaba los peores fracasos de sus compañeras y colegas.

El proyecto llamado «Failing Well» pretende “desmitificar el fracaso”. Con talleres y discusiones sobre el perfeccionismo y campañas para recordar a las estudiantes que sus compañeras también fallan de vez en cuando. Que todo el mundo lucha.

Un texto de Jessica Bennett para el New York Times describe cómo algunas universidades están tratando de ayudar a los estudiantes a lidiar con el fracaso.

«Lo que estamos tratando de enseñar es que el fracaso no es un error de aprendizaje, es su característica», dijo Rachel Simmons, especialista en desarrollo y liderazgo en el Wurtele Center for Work and Life del Smith College.  «No es algo que debe ser eliminado de la experiencia de aprendizaje. Para muchos de nuestros estudiantes, aquellos que han tenido que ser casi perfectos para ser aceptados en una escuela como esta, el fracaso puede ser una experiencia desconocida. Así que cuando sucede, puede ser paralizante», agregó Simmons en el New York Times

Cuando las estudiantes se inscriben en este programa reciben un «certificado de fracaso» que dice: «Por este medio estás autorizada a fallar en una o más relaciones, conexiones, amistades, textos, exámenes, en actividades extracurriculares o cualquier otra opción asociada con la universidad… Y seguir siendo un ser humano totalmente digno y absolutamente excelente». 

Mientras que la idea del fracaso se ha convertido en una insignia de honor en el mundo de las startups, los estudiantes todavía son incapaces de hacer frente a los reveses básicos que vienen con la vida universitaria, escribe Bennet.

Hace casi una década, profesores de la Universidad de Stanford y Harvard acuñaron el término «fracaso privado» para describir el comportamiento del estudiante hacia el fracaso. Los profesores concluyeron que los estudiantes parecían ser incapaces de hacer frente a las luchas simples de la vida.

En 2010, después de una ola de suicidios de estudiantes en la Universidad de Cornell, la universidad tomó medidas para ayudar a los estudiantes a aprender habilidades para la vida. Casi al mismo tiempo, la Universidad de Stanford puso en marcha una iniciativa llamada Proyecto Resiliencia.

Programas similares han proliferado desde entonces, informa Jessica Bennet. El Success-Failure Project en Harvard, cuenta historias de rechazo y fracaso; El Perspective Project de la Universidad de Princeton, fomenta la conversación sobre los contratiempos y fracasos; Penn Faces de la Universidad de Pensilvania, es un proyecto de resiliencia que ofrece «historias de éxitos y fracasos, altibajos, dificultades y auto-descubrimientos».

La Universidad de Texas en Austin, creó una aplicación para iPhone llamada Thrive que ayuda a los estudiantes a «administrar los altibajos de la vida universitaria» a través de videos cortos y citas inspiradoras. En una iniciativa similar, Davidson College creó un fondo para el fracaso, un concurso que otorga becas de entre $150 y $1000 dólares para que los estudiantes persigan una idea creativa o innovadora y para animarlos a aprender de sus errores.

Son cada vez más las universidades que están creando programas e iniciativas que implican hablar sobre lo que significa fracasar, escribe Bennet.

«Especialmente ahora, con la economía actual, los estudiantes necesitan herramientas para cambiar de trabajo e incluso de carrera, para trabajar en proyectos a corto plazo y para ser trabajadores independientes. Éstas son habilidades cruciales para la vida» dijo Rachel Simmons, autora de libros de autoestima para mujeres. 

Pero no toda la presión detrás de los estudiantes viene siempre de la vida académica. Muchos de ellos se preocupan por la economía y otros sienten presión adicional para tener éxito porque son estudiantes de primera generación y de bajos ingresos.

Por otro lado, la época en la que estamos viviendo es una cultura que glorifica estar ocupado y estresado todo el tiempo. «Existe esta idea de que no soy digno si no estoy estresado y abrumado», dijo Stacey Steinbach, coordinadora de vida estudiantil en el Smith College. «Y en cierto sentido, no estar estresado es un fracaso».

Para leer la historia completa, «On Campus, Failure Is on the Syllabus«, visita la página del New York Times

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0