¿Por qué necesitamos cambiar la forma en que enseñamos a leer?

Para que los alumnos aprendan a leer mejor, hay que empezar formando a los maestros en una instrucción de la lectura más eficiente y flexible.

¿Por qué necesitamos cambiar la forma en que enseñamos a leer?
Los métodos de enseñanza para la lectura están estancados, necesitamos reevaluar lo que sirve para mejorar los niveles de aprendizaje en los estudiantes. Foto: Bigstock
Una lectura de 3 minutos


Enseñar y aprender a leer es un tema complicado, las bases de todas las estrategias educativas se apoyan en el ejercicio de la lectura al ser de las primeras cosas que es necesario enseñar a los estudiantes. Por lo tanto, sería lógico pensar que los docentes dominan a la perfección los métodos y apoyos para asegurarse que los alumnos sepan registrar información y entenderla.

Sin embargo, el último censo del INEGI para medir la frecuencia y calidad de la lectura en México, no mostró resultados favorables para la población mayor de 18 años. De acuerdo con el censo, 21 de cada 100 mexicanos en este rango de edad comprenden la mitad o menos de los materiales que leen. Eso es casi una cuarta parte de la población lectora adulta.

¿Qué nos falta desde el punto de vista educativo para asegurar que todo estudiante tenga la capacidad de entender lo que lee, tanto en su niñez como en su vida adulta?

El proceso de aprendizaje lector

La mayoría de los niños tienen la capacidad para aprender a leer, si se les enseña de la forma correcta, el gran problema es que las escuelas usualmente no llevan un buen proceso para enseñar a los niños a leer, como sostiene Jodie Frankelli, supervisora de aprendizaje temprano de distrito en Bethlehem, Estados Unidos.

Esto se debe principalmente a la desconexión entre lo que sabemos acerca de cómo funciona el cerebro al momento de registrar y comprender información y cómo se recibe el conocimiento de estos hallazgos para integrarlos a las estrategias didácticas. “Nunca nos metimos al tema de investigación del cerebro. Nunca lo vimos”, agrega Frankelli.

Los investigadores de aprendizaje y cognición, frecuentemente trabajan en laboratorios auspiciados por universidades, pero en términos de espacio y logística, su trabajo se desarrolla totalmente separado del de los maestros en las aulas. Esta es la raíz del problema por la que no se han visto avances significativos en la forma en que se enseña y se aprende a leer.

>
“Nunca nos metimos al tema de investigación del cerebro. Nunca lo vimos”

Alfabetismo balanceado y viejos hábitos

La manera en la que se enseña la lectura no ha cambiado mucho desde la década de los noventa, pero antes de esto se desataba un arduo debate entre los seguidores de dos vertientes: la enseñanza a través de la fonética de las letras y el aprendizaje por palabra.

El alfabetismo balanceado surgió como una forma de poner fin a estos debates y establecer un método uniforme de instrucción de la lectura. A pesar de que no se ha encontrado evidencia de que el aprendizaje por palabra asegure el entendimiento previo necesario para aprender a leer, como lo hace la fonética, se acordó que los métodos de enseñanza darían espacio para los dos.

Con esta resolución, la ciencia perdió fuerza como recurso para descubrir e impulsar métodos de enseñanza basados en cómo funciona nuestro cerebro y no en cómo “creemos” que funciona.

Ciencia y conocimiento para aprender a leer

El primer paso para desarrollar mejores métodos para la enseñanza de la lectura es reintroducir a los maestros a los recursos de aprendizaje que están avalados por investigación científica y volver a enfocarse en la fonética como base para el aprendizaje de la lectura.

Una vez establecida esa base, pueden considerarse otros enfoques complementarios para desarrollar estrategias de enseñanza que sirvan para todos. Estos complementos son necesarios porque un método basado solo en la fonética, aún si considera la mecánica básica con las que los niños se acercan al entendimiento de la lectura, no puede tener éxito en todos los casos si no se construye un conocimiento alrededor de lo que se está leyendo.

Actividades como leerle a los niños en voz alta, hablar con ellos sobre el tema a cubrir, que tengan experiencias para formarse un concepto de lo que van a leer, vuelve el ejercicio de decodificación más fácil.

La flexibilidad de los maestros para adaptarse a esquemas más versátiles para enseñar a leer será crucial si queremos subir a una cifra de lectura superior a la de 3.3 libros al año por persona. Es importante seguirnos cuestionando cómo impulsar el hábito de la lectura, pero antes de eso, hay que enseñar a leer bien.

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0