Xavier Aragay: “El principal freno para que una institución educativa cambie son los directivos”

Todos los involucrados en la educación -profesores, estudiantes, empresas y autoridades académicas- deben hacer un esfuerzo por reimaginar las escuelas y las universidades, pues si no lo hacen, dentro de cinco años la educación será igual, pero el mundo no, señala Xavier Aragay, Director de Reimagine Education Lab.

Xavier Aragay: “El principal freno para que una institución educativa cambie son los directivos”
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“En el mundo de la educación estamos enloquecidos, en las universidades y en las escuelas, pensando que las personas se educan mejor porque hacen muchas cosas. No es verdad. Las personas se educan mejor si reflexionan sobre las cosas que hacen. Hay muy poca reflexión, hay muy poca pregunta, y mucha inercia y mucha actividad”

— Xavier Aragay

Xavier Aragay, inspirador del modelo educativo de Jesuïtes Educació Horitzonte 2020 y fundador de Reimagine Education Lab, charla con el Observatorio sobre los obstáculos para innovar, la enseñanza virtual y la importancia de la reflexión en todos los niveles educativos.

Lea la transcripción completa a continuación:

El Observatorio (O): En tu experiencia como consultor has visitado muchos países de todos los continentes, ¿cuál es tu diagnóstico sobre la situación actual de la educación?

Xavier Aragay (A): Yo tengo una mirada optimista yo creo que en el mundo en estos momentos hay una verdadera “primavera educativa”en el sentido de que hay brotes, es decir, hay experiencias, hay centenares de instituciones que están ya transitando por la transformación y el cambio. Pero esto es desigual, incluso a veces es contradictorio.

Por ejemplo, en la educación no universitaria. Esto es así. Pero a mí me preocupa que en la universidad esto en general no es así. Son muy pocas las universidades. El Tec es una de ellas, la UOC (Universitat Oberta de Catalunya) es otra, la Universidad de Mondragón. Podríamos poner estos tres ejemplos, pero son miles las universidades que están en el mundo sin hacerse preguntas; repitiendo más o menos, con pequeñísimos cambios, lo que vienen haciendo desde hace muchísimos años.

Y también es muy desigual entre los países. Hay ciudades como Barcelona donde ya se está viviendo esta primavera pedagógica. Hay otras ciudades del mundo en el que no hay primavera y es muy excepcional lo que hay, pero en general lo que sí hay en el mundo es una gran preocupación por la educación. Hay una cierta evidencia de que la educación está en crisis, por un lado, y que la educación es imprescindible. Es que no tenemos ninguna otra herramienta para que las personas puedan educarse, y ya en el futuro para que los países puedan competir entre ellos.

O: ¿Cuál es para ti el principal obstáculo a la hora de innovar en educación?

A: Yo hablo de transformar (en lugar de “innovar”) porque me parece que innovar está quedando como para pequeñas adaptaciones de un modelo que ya está obsoleto y en crisis. Es por esto que innovar ya no explica. Innovarse se vinculó a la tecnología. Yo creo que hemos de soñar más a lo grande y más disruptivamente. Hemos de ser capaces de reimaginar la institución educativa, sea escuela o universidad.

Entonces, delante de esto a mí me gusta plantear dos elementos muy importantes: primero, el principal freno para que una institución educativa cambie son los directivos. Los directivos de la institución educativa son los que muchas veces dicen que quieren cambiar pero no están dispuestos a cambiar ellos, ni su liderazgo, ni su estilo, ni su marco mental, ni su mirada para que realmente se pueda iniciar el cambio.

Por eso nosotros en Reimagine Education Lab, siempre empezamos trabajando con los directivos, con los equipos directivos. Y esto está dando muy buen resultado. Y la segunda idea, es esta idea que viene del siglo XX. Que es pensar que la educación cambiará porque un ministro un día se va a levantar, vamos a ser capaces de hacer una nueva ley y entonces la educación va a cambiar. Esto no es cierto. Ya hay evidencia científica de que esto no es así. España por ejemplo, es una evidencia científica mundial de esto porque en 40 años hemos hecho ocho leyes de educación distintas y la educación no ha mejorado.

Entonces hay que ser capaces de poner en crisis este marco mental, esta mirada tan inercial del siglo pasado. La educación debe de cambiar, pero la podemos cambiar entre todos. Yo no he de esperar a que el ministro me dé permiso. Yo, si soy un estudiante y estoy en una universidad y no me dan lo que yo quiero, me puedo revelar, lo puedo exigir, lo puedo pedir, y me puedo autoorganizar.

Las universidades son entornos perfectos como para que los alumnos se organicen y monten charlas, inviten a personas. Si yo soy un profesor y creo que he de cambiar, no tengo porqué limitarme a mi asignatura y a mi aula. Puedo pedirle al rector o al decano que cambie. Es decir, todos: los profesores, los estudiantes, las familias, las empresas… evidentemente, el Ministerio de Educación, hemos de hacernos preguntas, hemos de salir de nuestra zona de confort y hemos de empezar a caminar. Porque si no nos movemos hoy, dentro de cinco años la educación estará igual, pero el mundo no. El mundo en cinco años habrá dado otro salto muy importante, entonces vamos a estar peor.

O: En tu libro “Reimaginando la educación, 21 claves para transformar la escuela”, una de las claves es hacer una pausa, “pararse”, algo que parece difícil en un mundo donde las escuelas padecen de “hiperactivismo”. ¿Cómo podemos implementar la práctica de la reflexión en las escuelas?

A: Ustedes aquí en México no dicen pararse porque pararse es ponerse de pie (ayer tuvimos una anécdota de esto). Hay que detenerse. Claro, los primeros que han de detenerse son los directivos. En el mundo de la educación estamos enloquecidos, en las universidades y en las escuelas, pensando que las personas se educan mejor porque hacen muchas cosas. No es verdad. Las personas se educan mejor si reflexionan sobre las cosas que hacen. El resto es completamente distinto. Hay muy poca reflexión, hay muy poca pregunta, y mucha inercia y mucha actividad.

Entonces, los primeros que han de poner el freno en este aspecto son los directivos. Por eso empezamos trabajando con los directivos.

Uno tiene el tiempo que quiere tener. Esto de que “no tengo tiempo”, es una excusa para no afrontar las preguntas profundas. Cuando uno se detiene y para y mira, y se pregunta: ¿estoy haciendo lo que he de hacer?, ¿está mi institución cumpliendo la misión que, dice, que quiere hacer? Entonces a veces preferimos no pararnos. Y venga, vamos y seguimos. Entonces por eso yo empiezo el libro diciendo “¡Deténgase!”, por favor, regálase un día. Suba a la montaña, mire en perspectiva: de dónde venimos, dónde estamos, y sobre todo, a dónde vamos. Y entonces quizá empezará a entender, que el encargo que usted tiene como directivo no es ir como loco por los pasillos resolviendo conflictos o apagando fuegos (que a lo mejor esto tiene que hacerlo otra persona) y usted tiene que pensar. O tiene que, por ejemplo, regalarse tres días y venir al Congreso de Innovación Educativa que organiza el Tec. En el que a veces la gente dice: “voy allí porque voy a escuchar conferencias y voy a ver talleres”. Sí, sí, pero no es lo más importante. Lo más importante es que tú decides, de tu tiempo, regalarte tres días en el que vas a estar ahí, en el que tu mente, tu corazón y tu pasión va a estar centrada en este tema y evidentemente hablando con otros y con las inspiraciones que podemos dar algunos. Tú vas a decidir cuando vuelvas si quedas subsumido, otra vez, en el torbellino y el agujero negro del día a día; o si tú quieres dedicar parte de tu tiempo, con tus compañeros directivos, a reflexionar y a decidir a hacer las cosas distintas. Y evidentemente, la invitación que yo hago es: dedícate tiempo, detente, piensa, reflexiona, y después el segundo (paso) que es: visualiza.

Si tú no sueñas con una universidad, con una escuela, con un sistema educativo distinto, dependiendo de la responsabilidad que tengas, no vas a realizarlo nunca. Si soñándolo ya va a costarnos, si no hay sueño no te mueves. Entonces sueña, visualiza, regálatelo, permítetelo.

O: Fuiste uno de los fundadores de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya) y un impulsor de la educación en línea. ¿Cómo podemos mejorar la reputación de la educación online? Porque en muchos países, México y España incluidos, la opinión pública sobre los grados en línea suele ser negativa.

A: En educación hay muchas percepciones que hemos de cambiar. Por ejemplo, en España hablamos mucho de que una percepción que ha de cambiar es que la única salida para un alumno es ir a la universidad. Hay muchas ofertas de formación profesional que a veces son mucho más efectivas y mucho más interesantes. Ahí por ejemplo, México también tiene un problema en ese sentido porque entre ir a la universidad o buscar otras alternativas, hay pocas, digamos. Entonces la universidad no es la única alternativa.

Otro paradigma que hay que romper es éste que decías de la enseñanza virtual. Yo prefiero llamarle virtual porque ya no es, para mí, ni es a distancia, porque hemos roto las distancias y tampoco es online, porque parece que necesitas un línea. [Programas] virtuales porque puedes hacerlo desde cualquier sitio y ya hay evidencias científicas publicadas que demuestran que puede ser igual o más efectiva que la [educación] presencial.

Lo que pasa es que la sociedad y la percepción de las familias y las empresas aún va un poco detrás, aún se está en el paradigma de hace diez o veinte años cuando esto empezó, aunque es verdad que quizá se empezó, digamos, cometiendo errores, explorando, como era normal. Y hubo en su momento, quizás, algunas ofertas que no eran correctas. Pero hoy la universidad virtual, las ofertas virtuales, son muy útiles. Son las que permiten realmente poder tener una formación a lo largo de toda la vida, y en ese sentido, yo creo que la evolución futura que va a haber va a ser la mezcla. Es decir, las universidades virtuales van a necesitar unos pequeñas periodos presenciales, porque vamos a descubrir que la presencialidad también permite cosas que la virtualidad no permite. Y las universidades presenciales, aparte de tener cursos virtuales, van a tener que virtualizarse en parte, porque hay muchas cosas que a lo mejor las hacemos presencialmente que no haría falta y a lo mejor podemos aprovechar la presencialidad más intensamente, de otra forma.

O: Ante las amenazas y oportunidades que traerá la Cuarta Revolución Industrial, ¿cuál crees que debe ser el rol de las universidades?

A: Esta parcialización de la realidad que nos proviene del siglo XX, o sea, una empresa es una empresa o una universidad una universidad. Y si estás en la universidad, no estás en la empresa, y si estás en la empresa, no puedes estar en la universidad. Esto hay que romperlo. Ya se está haciendo, en parte. Hemos de acercar estos dos mundos. Que estando en la universidad hagas estancias en empresas y estando en la empresa, hagas estancias en la universidad. Y eso de estar conectado. Y les interesa a los dos, a las empresas les interesa ya las universidades también.

Entonces en ese sentido, a mí me parece que la Cuarta Revolución Industrial es una oportunidad para esto, porque ya estamos descubriendo que las fábricas no se van a ir a China, algunas incluso vuelven. Que la fabricación y el movimiento maker nos permiten una proximidad incluso física, pero ahora hemos de romper las barreras mentales. Igual que ya tenemos claro que los centros de investigación se han de ubicar cerca de las universidades e hibridar esto, igual también vamos descubriendo que en las ciudades, la relación entre las pequeñas, medianas y grandes empresas, y entre la universidad debe de cambiar. Y este es un gran reto y es una oportunidad.

O: Para ti, ¿qué es la Universidad?

A: Yo sueño con una universidad distinta. Para mí la universidad es muy importante. Es una herramienta que necesitamos pero que la hemos de transformar, porque si no, incluso puede… Desaparecer físicamente es difícil, pero puede no ser relevante. Con lo cual, los que amamos la universidad, los que creemos en la universidad, desde adentro debemos de transformarla. Es el mejor favor que le podemos hacer.

Yo sueño con una universidad distinta, que no haga falta que cuando tú te matricules y entres, tengas que ir a un aula. ¿Por qué tenemos pasillos y aulas? Es que podemos tener otras cosas, podemos tener otras estancias. ¿Por qué yo he de seguir un plan de estudios rígido? Aquí el Tec ya está cambiando esto. ¿Por qué no puedo tener 20 entradas y explorar dentro? Porque las estadísticas en España, las tengo en la cabeza, pero no creo que cambien mucho en otros países, es que un 40 por ciento de los alumnos después del primer curso cambian de carrera.

Esto es una realidad. ¿Por qué continuamos negando esto?

Pues entre, descubra, explore, pruebe, hable, déjese interpelar. ¿Qué preguntas tiene usted? Vamos a hacerlo (un plan de estudios) flexible, vamos a hacerlo que ayude a las personas que van a tener esta estancia en la universidad, que debería ser excepcional. No creo que en la vida volvamos a tener cinco años para dedicarnos a esto. Espero que se puedan hacer estancias y formaciones cortas y largas y virtuales, pero, ¿cinco años regalados para esto? Cómo puede ser que a veces se pasen profesores y estudiantes tristemente por los pasillos de la universidad sin aprovechar esto profundamente. En lo que yo le he llamado en la conferencia, una deep experience. Pues este es el reto, este es el sueño. La universidad tiene que servir para que les explote la cabeza a los estudiantes. Y que salgan de allí diciendo ahí yo he descubierto cosas, ahí yo he cambiado y me han dado herramientas que me he puesto en mi mochila que me van a servir para los próximos años.


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