«Nuestros cuerpos, nuestras vidas, nuestros derechos»

A propósito del Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia nos preguntamos, ¿de qué hablamos cuando hablamos de “educación inclusiva”?

«Nuestros cuerpos, nuestras vidas, nuestros derechos»
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Hoy, martes 17 de mayo, se celebra el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia (IDAHOBIT por sus siglas en inglés). El tema de este año “Nuestros Cuerpos, Nuestras Vidas, Nuestros Derechos», nos recuerda que todas las personas tienen derecho a tomar decisiones sobre sus cuerpos y sus vidas. El IDAHOBIT se creó en el 2004 para crear conciencia sobre la violencia y la discriminación que sufren las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, intersexuales y todas las personas con diversas orientaciones sexuales, identidades o expresiones de género y características sexuales. ¿Por qué el 17 de mayo? Se eligió específicamente este día para conmemorar la decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1990 de desclasificar la homosexualidad como un trastorno mental.

Aunque hemos avanzado mucho desde entonces en temas de igualdad de los derechos humanos, respeto y libertad para las personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales, todavía queda mucho camino por recorrer. De acuerdo con datos del Consejo de la Unión Europea, en todo el mundo, más de dos mil millones de personas viven en países en los que la homosexualidad es ilegal, en algunos países la homosexualidad y la transexualidad aún son consideradas enfermedades, mientras que en once países, la pena de muerte sigue aplicándose como castigo legal por las relaciones consentidas entre personas del mismo sexo. Las personas LGBTQI enfrentan prejuicios, discriminación, estigma, hostilidad y violencia. Se les niega protección jurídica, atención sanitaria esencial y derechos humanos y civiles, tales como el derecho a la autonomía corporal al ser obligadas a sufrir tratamientos médicos o cirugías innecesarias, advierte la UNFPA. Incluso, hemos visto un preocupante retroceso de los derechos de las personas LGBTQI en todo el mundo.

Este año, en el marco de los actos y eventos alrededor de esta fecha que se celebra en más de 130 países, la Organización Internacional de Jóvenes y Estudiantes Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero, Queer e Intersex (IGLYO por sus siglas en inglés) publicó la segunda edición del Informe e Índice de Educación Inclusiva LGBTQI 2022 (LGBTQI Inclusive Education Report and Index 2022) en el Foro IDAHOT+ en Chipre celebrado el pasado 12 de mayo. Hasta la fecha, la investigación más completa sobre la inclusión LGBTQI en las escuelas (en las próximas semanas publicaremos un artículo informativo sobre este reporte).

Entre los hallazgos más alarmantes del informe, IGLYO destaca que no han encontrado indicios de ningún progreso significativo desde 2018. Por el contrario, la organización ha observado una reacción violenta actual sobre los derechos LGBTQI, especialmente en lo que respecta a las personas trans, no binarias e intersexuales. Actualmente, seis países de la Unión Europea han implementado leyes y políticas que hacen imposible que los estudiantes reciban contenido inclusivo LGBTQI en las escuelas. Una situación sumamente alarmante que también se está presentando en Estados Unidos, con el proyecto de ley conocido como Don’t Say Gay. “Es preocupante ver que algunos países han implementado leyes para evitar que los docentes hablen sobre orientación sexual, identidad de género, expresión de género o características sexuales en las escuelas”, dice Rubén Ávila Rodríguez, Policy & Research Manager de IGLYO.

Este retroceso está afectando particularmente a las personas jóvenes que son o son percibidas como LGBTQI, quienes corren un mayor riesgo de sufrir violencia en las escuelas. De acuerdo con datos de IGLYO, uno de cada dos estudiantes LGBTQI en Europa ha sufrido acoso escolar al menos una vez debido a su orientación sexual, identidad de género, expresión de género o variaciones de las características sexuales.

Todos los niños, niñas y jóvenes tienen el derecho fundamental a la educación, salud, seguridad y bienestar. Sin embargo, las escuelas, que deberían ser espacios seguros, no cuentan en su mayoría con una perspectiva inclusiva. “La forma en que se habla (o no) de las personas LGBTQI en las escuelas tiene un gran impacto en la percepción que los jóvenes tienen de sí mismos. Cuando la escuela no es un entorno seguro para los jóvenes LGBTQI, se les niega en la práctica su derecho a la educación”, señala la directora ejecutiva de IGLYO, Bella FitzPatrick.

¿De qué hablamos cuando hablamos de “educación inclusiva”?

En 2015, los Estados Miembros de las Naciones Unidas se comprometieron a lograr una educación inclusiva para el 2030 (Objetivos 4 y 5 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible), pero ¿de qué hablamos cuando hablamos deeducación inclusiva”? De acuerdo con la UNESCO, se trata de “garantizar que los sistemas educativos permitan que todos los niños, jóvenes y adultos aprendan y desarrollen su potencial”. Sin embargo, la inclusión se ha asociado principalmente con garantizar que las niñas y niños con discapacidades asistan a la escuela. Esta visión limitada del concepto de inclusión ha puesto en riesgo a millones de estudiantes en todo el mundo, especialmente aquellos más vulnerables y con mayor riesgo de sufrir algún tipo de violencia. Conscientes de esta problemática, IGLYO y la UNESCO lanzaron el año pasado el informe Don’t look away: no place for exclusion of LGBTI students, que recoge los resultados de una encuesta realizada a más de 17.000 lesbianas, gays, bisexuales, trans, no binarios, no conformistas de género e intersexuales de 13 a 24 años en Europa. Este reporte amplía el alcance del término “inclusión” para referirse a “las necesidades de cualquier persona en riesgo de exclusión y discriminación en la participación y experiencia educativa”.

En todo el mundo, los estudiantes LGBTIQ soportan todos los días condiciones hostiles en la escuela, experimentando acoso y discriminación e incluso, violencia física. En México, por ejemplo, el “bullying homofóbico” es una práctica común. De acuerdo con datos del Gobierno de México, 61 % de los estudiantes LGBTQI reportan incidentes de acoso escolar con base en la homofobia en sus escuelas, y 92 % de los estudiantes han sido víctimas de agresiones verbales debido a su orientación sexual, apariencia física, atuendo o falta en el cumplimiento de reglas sociales ligadas a estereotipos de género.

Pero esta situación no es exclusiva de los estudiantes. La comunidad LGBTIQ de docentes, académicos, personal investigador y administrativo que labora en escuelas y universidades también sufre discriminación y violencia dentro y fuera del entorno escolar. El 15 de junio de 2020 la Corte Suprema de los Estados Unidos hizo historia al aprobar leyes federales que prohíben la discriminación laboral de personas LGBTQI en este país. “Para los maestros que históricamente han enfrentado discriminación sexual, homofobia y transfobia, estas protecciones son el cambio que estaban esperando para poder ejercer su profesión con la misma estabilidad de la que gozan sus compañeros cisgénero y heterosexuales”, escribía mi compañera Sofía García-Bullé en un artículo que publicamos en junio de 2020. La comunidad de científicos LGBTQI también ha expresado que se sienten “invisibles” en los laboratorios, aulas y entornos laborales en universidades e instituciones.

¿Qué podemos hacer al respecto?

Más allá de establecer a nivel institucional medidas y políticas inclusivas con la comunidad LGBTQI, me parece que el primer paso es escuchar a las personas. ¿Cuáles son las necesidades de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, intersexuales, queer y asexuales? ¿Las políticas inclusivas en mi institución han sido elaboradas top-down o bottom-up? El segundo paso es informarse, un acercamiento a la teoría queer y a la pedagogía queer no solo es deseable sino necesaria para visibilizar y reconocer a las personas que no siguen la heteronormatividad y de esta manera poder comprender las construcciones sociales que sostienen la condición marginal que hasta ahora vive esta comunidad y cómo esta discriminación y violencia nos afectan a todas las personas, no solo a este colectivo. Aquí abajo voy a repetir una lista de libros y lecturas recomendadas que recomendé el año pasado para aproximarnos a la LGTBIfobia y les invito a que compartan en los comentarios sus recomendaciones de lecturas sobre este tema.

  • El género en disputa (Judith Butler)
  • El fin del armario (Bruno Bimbi)
  • Pensando Queer – Sexualidad, cultura y educación (Shirley R. Steinberg y Susan Talburt)
  • Mi adolescencia trans (Fumetti Brutti)
  • La construcción de las identidades de género. Actividades para trabajar con jóvenes y adolescentes (Alba Barbé i Serra, Carles Vidal y Sara Carro)
  • El fin de la homofobia (Marcos Paradinas)
  • Para acabar con Eddy Bellegueule (Édouard Louis)
  • Mi hermano femenino: Carta a la amazona (Marina Tsvietáieva)
  • Resistencia bisexual (Elisa Coll Blanco)
  • Después de lo trans (Elizabeth Duval)
  • Arrow Music (Bryher)
  • Transexualidades. Otras miradas posibles (Miquel Missé)

Hasta la próxima semana.

Editora en jefe
Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación

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