Más allá de la “Fatiga de Zoom”

La fatiga no es la única consecuencia del uso excesivo de la videoconferencia, las dinámicas de poder están cambiando frente a nuestros ojos.

Más allá de la “Fatiga de Zoom”
Foto por Luis Perez.
Una lectura de 3 minutos

Hace unas semanas recibí un mensaje en Twitter de uno de nuestros lectores más fieles que nos han seguido y apoyado desde los inicios del Observatorio: el profesor Ken Bauer, miembro de la comunidad Tec y promotor incansable de los recursos educativos abiertos, la metodología educativa abierta, aula invertida, el movimiento #edupunk, entre muchas otras iniciativas. Ken me preguntaba si nos interesaba publicar la versión en español del ensayo “The Zoom Gaze”, de Autumm Caines. Mi respuesta inmediata fue sí, pues yo había leído el ensayo de Caines cuando se publicó en la revista Real Life y en su momento lo compartí en la sección “Lecturas Recomendadas” de nuestro newsletter.

Fue así como gracias a Ken obtuvimos el permiso de la autora para republicar este fascinante ensayo sobre cómo Zoom se ha convertido en una parte importante de la vida diaria de muchas personas. En “La Mirada de Zoom”, Autumm Caines narra cómo a pesar de que al principio de la pandemia la videoconferencia fue una bendición y una herramienta que nos permitió continuar nuestras actividades (laborales, educativas y personales), hoy nos ha quedado claro que jamás será un sustituto de los encuentros cara a cara. “Inmediatamente quedó claro cómo es más agotador utilizar Zoom que reunirse físicamente”. Ya en ocasiones anteriores hemos compartido con ustedes diversas problemáticas que han surgido alrededor del uso excesivo de software de videoconferencia como Zoom, Meet, Jitsi, Microsoft Teams, entre otros. La “Fatiga de Zoom”, “zoombombing” y el “vértigo de video” son algunas de las problemáticas que provienen de combinar el trabajo, la escuela y el entretenimiento en el mismo espacio. Pero la fatiga no es la única consecuencia.

Caines advierte que es fundamental que nos demos cuenta cómo las dinámicas de poder están cambiando frente a nuestros ojos, muchas veces sin darnos cuenta: “diferentes dinámicas de poder entran en juego a medida que las interacciones cara a cara cambian a espacios de video en línea”. El fenómeno que ella denomina como “la mirada de Zoom” (aunque, por supuesto, no está limitada a esta plataforma) nos confronta con nuestra propia visibilidad, la pantalla se convierte en un espejo en el que “te observas cuando hablas, mientras te mueves. Eres consciente de ti mismo y te autocorriges en tiempo real”. No sé si les ha pasado a ustedes, pero para mi es agotador y coincido con Caines en que todo lo que está a nuestro alrededor, ese espacio personal que habitamos se convierte en una especie de escenario y los elementos en accesorios. ¿Quién no recuerda ese meme del cartón que simulaba un librero de tamaño real para poner de fondo en tus llamadas de Zoom? Y aunque la supuesta venta de estos accesorios era tan solo una broma, la preocupación por la imagen que proyectamos es real. “El entorno que elijas o el entorno en el que te encuentras comunica inevitablemente algo sobre tu identidad”, señala Caines. Y estoy segura de que no soy la única que ha intentado modificar su background o espacio de trabajo con una planta, cuadro o imagen de fondo para cubrir el sofá, la cama o (como en mi caso) evitar que se vea el tendedero de ropa. Pero incluso, el hecho de apagar tu cámara ya da cierta información sobre nosotros, convirtiendo además el cuadro que aparece en nuestra foto de perfil.

Otro aspecto inquietante de la “mirada de Zoom” es la ilusión de control individual que nos da. Aunque creemos tener el control sobre lo que mostramos sobre nosotros mismos, detrás existen dinámicas interpersonales, de poder y prejuicios que están en juego en cada sesión. “Las grandes plataformas de videoconferencia como Zoom siempre valoran y dan más poder a quienes establecieron la reunión […] Quienes lo crearon decidieron diferenciar los permisos entre anfitriones, coanfitriones y participantes”, señala Caines. ¿Les ha pasado que los “silencian” en una video llamada? ¿O que pasan varios minutos antes de que los dejen entrar a una reunión? Ante estas cuestiones, Caines reflexiona: ¿Qué pasaría si las herramientas de videoconferencia funcionaran más como un teléfono en el sentido de que todos los participantes de la llamada tuvieran los mismos permisos?

Ante la inevitable realidad de que la pandemia estará presente en nuestras vidas por unos años más y que el uso de videoconferencias está aquí para quedarse, es importante que reflexionemos críticamente sobre estas cuestiones y no olvidemos a qué estamos renunciando cuando utilizamos estas herramientas. Los invito a leer el ensayo completo que hemos publicado en español con traducción de Nicole Carrillo Capristán y narración en audio de Roberto Castro. También pueden leer y escuchar la versión original en nuestro sitio web en inglés.


Hasta la próxima semana.

Editora en jefe
Observatorio de Innovación Educativa

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0