El Autismo y las mujeres: Un reto mayor

El autismo es más difícil de detectar en mujeres. ¿Por qué se da esto y cómo desarrollamos mejores formas de diagnosticar y tratarlo?

El Autismo y las mujeres: Un reto mayor
El diagnóstico de mujeres autistas, así como su tratamiento, es menos frecuente que el de pacientes masculinos. Foto: Istock/useng
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Los niños tienen tres veces más probabilidades de ser diagnosticados oportunamente que las niñas.

El autismo es una condición de la que cada vez se tiene más conciencia, pero de la que falta mucho por saber y estudiar. En artículos anteriores hemos hablado sobre la neurodiversidad, las diferencias cognitivas de niños con autismo, su experiencia de vida y la necesidad de que las escuelas se actualicen en el trato de alumnos neurodivergentes y nuevas herramientas para apoyar en su aprendizaje.

De acuerdo con un artículo de The Conversation esta discapacidad de desarrollo se presenta aproximadamente en 1 de cada 70 personas. En la infancia, los niños tienen tres veces más oportunidad de ser diagnosticados que las niñas, quienes usualmente son diagnosticadas más tarde y pierden la ocasión de apoyo temprano. La falta de un dictamen oportuno impacta negativamente la evolución cognitiva y social de las niñas.

Las niñas y niños con autismo no diagnosticados sufren desventajas como la confusión en situaciones sociales, dificultad para crear vínculos con pares y procesar la frustración; no tienen las herramientas para entender por qué son más sensibles a algunos estímulos como los ruidos, las luces o las multitudes. Lo anterior puede propiciar experiencias desfavorables que generen síntomas de estrés postraumático (TEPT) que continúan hasta la vida adulta.

¿Por qué es más difícil diagnosticar a las niñas?

Para prevenir la llegada de problemas relacionados con TEPT el diagnóstico y tratamiento del autismo es fundamental. Que en las niñas sea más dificil detectarlo no es cuestión de discriminación. Más bien la diferencia en la sintomatología es suficiente para complicar que se descubra de igual manera que con los niños.

Los niños con autismo tienen áreas de juego más notoriamente repetidas y limitadas, mientras que las niñas presentan menos patrones repetitivos y son más variadas en sus actividades. Según explica Lisa Jo Rudy, colaboradora y autora especialista de la divulgación sobre el autismo para Verywell Mind, las niñas con autismo pueden responder mejor que los niños a la comunicación no verbal, la falta de esta habilidad es un indicador importante para el diagnóstico. Además de esto, los problemas de comunicación y socialización de los niños varones son más evidentes en su niñez. Las niñas, en muchos casos pueden cumplir con las demandas sociales de esta etapa y no se topan con las dificultades de integración causadas por el autismo hasta la pubertad e inicio de la adolescencia. Algunos estudios sugieren que las niñas con autismo son más propensas a sufrir ansiedad y depresión que los niños. Esta consecuencia puede ser disminuida tras un diagnóstico.

Un camino a la mejora

A solo 20 horas de ser diagnosticadas, 139 mujeres hablaron con el periódico The Guardian sobre su experiencia, calificaron el dictamen médico como una especie de renacimiento, uno que viene con sus propios retos. Antes de tener una conciencia mayor sobre los espectros del autismo y las diferencias de cómo afecta a las mujeres, una gran cantidad de ellas podían pasar de 40 a 70 años aproximadamente sin que su condición sea detectada.

“Que te digan que no hay nada inherentemente malo contigo ni con tu cerebro te cambia la vida”, dijo Sophie Meredith, de 31, para The Guardian. Es cierto que una noticia así puede abrir un proceso para la mejora, pero esto depende de los recursos otorgados para tratar el autismo tras el diagnóstico, este no es un paso final, por el contrario, es el principio.

¿Qué se requiere para asegurar el bienestar de las mujeres con autismo? Como primera medida es necesario mejorar los parámetros de diagnóstico, ampliar los criterios de búsqueda para añadir indicadores específicos del autismo en mujeres, incluir a mujeres autistas en el diseño de las pruebas, ofrecer acompañamiento multidisciplinario, además de vigilar diligentemente la cercana relación entre el autismo femenino, la depresión y la ansiedad. Pero sobre todo, no caer en la noción de que si una mujer no se ve como autista, no es posible que lo sea, si los síntomas del autismo no son tan notorios en las mujeres no quiere decir que no realicen una labor titánica para lidiar con estos e integrarse socialmente, es tiempo de darles mejores herramientas.

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0