Formar hábitos para lograr propósitos

Los propósitos de año nuevo son metas que entusiasman y motivan, pero ¿qué se necesita para poder cumplirlos?

Formar hábitos para lograr propósitos
Imagen: iStock/ Dumitru Ochievschi
Una lectura de 5 minutos

Cada inicio de año está lleno de anhelos y entusiasmo por “empezar de nuevo”, se tienen pensamientos vehementes que motivan a decir: “este será mi año”. Sin embargo, aunque el efecto del nuevo comienzo tiene un impacto positivo, hay que recordar que este es temporal, puesto que la motivación y optimismo que representa la euforia de arrancar “de cero”, representando para muchos nuevas oportunidades y posibilidades, no dura para siempre.

De acuerdo con un estudio de la Universidad de Scranton, solo el 8 % de las personas cumple con sus propósitos de Año Nuevo. Esto es un indicador muy claro de que no solo es cuestión de hacer una lista, comer uvas y “desear algo” para que mágicamente ocurra, sino de planear a conciencia para lograrlos, pero, sobre todo, mantenerlos.

Tan solo en este 2024, las y los mexicanos tienen la siguiente lista de propósitos por cumplir:

Entonces, ¿está mal hacer una lista de propósitos?

No del todo. El problema con los propósitos de Año Nuevo es la forma en que se redactan, la cantidad que se plantean y cómo se piensa lograrlos, así como la manera de visualizarlos.

Según Per Carlbring, catedrático de Psicología en la Universidad de Estocolmo, reformular un propósito puede ayudar a cumplirlo «si la meta es dejar de comer dulces para bajar de peso, sería más probable lograrlo si en vez de eso dice “comeré fruta varias veces al día”, ya que se reemplazarían los dulces con algo más saludable, perdiendo peso y manteniendo el objetivo. Aunque no pueda eliminar un comportamiento, se puede reemplazar por algo más».

Por esa razón, la redacción de un objetivo es importante para que tenga el impacto correcto y pueda ser alcanzado. Por ejemplo, los puntos clave en una tesis de investigación deben ser redactados adecuadamente, ya que de lo contrario no se tendría claro lo que se quiere investigar, afectando a su vez los procesos posteriores.

En este caso, elaborar objetivos alcanzables y más específicos (y no de manera genérica como bajar de peso) no solo brinda claridad, sino que permite que sean más asequibles. Además, una redacción con conciencia plena, puede ser una buena opción para reflexionar sobre lo que se desea y se quiere alcanzar, y cómo lograrlo.

Para este fin se puede emplear la metodología SMART, la cual permite definir objetivos específicos. Este sistema invita a redactarlos de forma concreta, medible, alcanzable, realista y con una duración limitada.

Otro punto importante es la cantidad de propósitos. Aunque por cada uva se define un propósito, hay que recordar que en muchas ocasiones más no significa mejor, puesto que finalizar el año con una o dos metas logradas sería preferible que definir 12 y no alcanzar ninguna o medio hacer algunas. Aquí se debe pensar seriamente en lo que se quiere lograr, es decir, qué áreas de la vida se quieren mejorar o cambiar y por qué.

Las metas y la felicidad

Aunque es bueno definir metas, estas no nos harán del todo felices, puesto que detrás de cada meta realizada existirá otra que nos “hará más felices”. Por ejemplo: “Cuando tenga una camioneta seré feliz”, pero ¿en realidad necesitas una? ¿por qué sientes que eso en particular te hará feliz? Primero hay que reconocer lo que nos hace gozosos, saber qué es aquello que nos produce felicidad.

Una meta es efímera, pero los hábitos permanecen toda la vida. James Clear menciona en su libro “Hábitos Atómicos” que cuando se logra alcanzar una meta, la vida cambia únicamente por un momento. «Pensamos que debemos cambiar los resultados, pero los resultados no son el problema. Lo que realmente necesitamos cambiar son los sistemas que nos llevan a tener esos resultados».

En otras palabras, el enfoque debe estar en el proceso mismo para alcanzar algo, en el sistema que logrará los resultados deseados.

¿Qué son los hábitos?

La Universidad de Duke afirma que los hábitos representan el 40 % de los comportamientos de una persona en un día determinado. Sin embargo, un hábito puede ser positivo o negativo. Por ejemplo, un hábito positivo puede ser aquel como ejercitarse todos los días de una forma adecuada, por su parte, un hábito negativo podría ser como fumar una cajetilla de cigarros diaria.

Además, aunque los hábitos son procesos automatizados, formarlos no es una tarea sencilla. Concretamente se tiene la idea errónea de que se pueden establecer en 21 días, cuando en realidad un estudio publicado en el European Journal of Social Pyschology indica que, para formar un nuevo comportamiento, se requieren al menos 66 días, y que esto podría variar de acuerdo con la persona y sus circunstancias.

¿Cómo se puede formar/cambiar un hábito exitosamente?

La constancia es clave para la formación de hábitos, así como saber el papel que juega la motivación y la disciplina dentro de este proceso. Ser constante es una característica fundamental para conseguirlo, puesto que estos se logran mediante la repetición continua. Clear explica que ser 1 % mejor cada día (independientemente de la actividad) durante un año tiene mejores resultados que ser 1 % peor cada día durante un año.

Esto se debe a que los cambios pequeños, aunque parecen ser insignificantes, tienen un gran impacto a lo largo del tiempo, por lo que es más probable obtener resultados positivos. 

La motivación es importante, pero se debe tomar en cuenta que llegará el día en que esta no se encuentre por ningún lado, por lo que la disciplina y la voluntad propia tendrán que hacerse cargo cuando la motivación no sea suficiente.

No hay que esperar

“Empiezo el lunes”, “el próximo mes inicio la dieta”, estas son algunas de las cosas que decimos con tal de postergar el inicio de algún objetivo y quedar en la zona de confort lo más que se pueda. Esto es normal, ya que el miedo a los cambios es algo completamente razonable.

No obstante, esa mentalidad más que ayudar es perjudicial, puesto que ese lunes no se inicia nada porque se presenta algún inconveniente y en el próximo mes se tendrán otros planes, etc. Se necesita la voluntad de querer hacer y tomar acción instantánea. El cambio no debe ser algo para temer, sino algo para motivar.

Usain Bolt, considerado como el mejor velocista de alto rendimiento de todos los tiempos, alguna vez comentó lo siguiente: «Yo entrenaba cuatro años para correr 9 segundos. Hay personas que por no ver resultados en dos meses se rinden y lo dejan».

Los propósitos, metas u objetivos se deben plantear conscientemente, entendiendo lo que en realidad se quiere lograr y cómo se obtendrá. No hay que esperar a mañana para empezar con un cambio pequeño, tampoco hay que caer en la desesperación por no ver resultados. Todo cambio implicará un proceso, el cual no siempre será lineal.

La constancia, la motivación y la disciplina serán parte fundamental para formar o cambiar hábitos, mismos que nos beneficiarán o perjudicarán conforme a lo que decidamos hacer en la vida. Hay que recordar que las metas son favorables, pero tener hábitos positivos nos acercarán más a un estado pleno.

Del mismo modo, debemos saber lo que nos causa felicidad, sin olvidar que lo más difícil que puede hacer un ser humano es conocerse a sí mismo.

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0