Los estudiantes como agentes de cambio

Las y los universitarios se han caracterizado por la búsqueda de un mundo mejor.

Los estudiantes como agentes de cambio
Foto: pxfuel
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A inicios de este mes se cumplieron 55 años de uno de los eventos permanentes en la memoria de los mexicanos: La matanza de Tlatelolco. Un acontecimiento marcado por la violencia, pero también por la organización y las ideas de los estudiantes que crearon un movimiento que nos cambió como país.

“El 2 de octubre no se olvida”

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos relata los eventos ocurridos el 2 de octubre de 1968 en la Ciudad de México como «la brutal culminación de delitos que podrían ser considerados contra la humanidad» y que, además, fueron realizados por el gobierno del país en contra los estudiantes universitarios, después de un largo periodo de detenciones arbitrarias.

Luego que el ejército tomara distintos planteles educativos, la UNAM y el IPN se declararon en huelga. Muchas manifestaciones y detenciones arbitrarias después, los estudiantes decidieron convocar a una marcha que comenzaría en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Los miles de estudiantes exigían «el respeto al reclamo y movilización social, la disolución del cuerpo de granaderos y el respeto a los derechos», sin embargo, fueron reprimidos por el Estado, provocando víctimas mortales.

Durante muchos años el número de víctimas fue un misterio, pero hasta hace unos años se confirmó que podría ascender a más de 300. Como lo dice Alberto Najar: «El ataque se convirtió en un parteaguas en la historia del país. Desde el 2 de octubre de 1968 México fue otro, social y políticamente distinto al del día anterior».

Se considera que el Movimiento Estudiantil del 68 «contribuyó al cambio cultural en México«, no solo generando una cultura política, sino también la creación de diferentes expresiones artísticas y una crítica al autoritarismo familiar.

Según la CNDH, la frase «¡2 de octubre no se olvida!»  es un reclamo «en contra de la impunidad, el olvido y la amnesia colectiva», convirtiéndose en uno de los principales símbolos de la organización de estos estudiantes.

Los movimientos estudiantiles

René Rivas, citado en Movimientos estudiantiles y juveniles en México: del M68 a Ayotzinapa, señala que un movimiento estudiantil es aquel movimiento social protagonizado por estudiantes, el cual «surge y se aglutina en los centros escolares, pugna por diferentes demandas, tiene una perspectiva propia y orgánicamente actúa como independiente de otros sectores». A lo que Miguel Ángel Ramírez Zaragoza agrega que terminan convirtiéndose en «semilleros de otros movimientos sociales y populares».

Los movimientos estudiantiles, en palabras de Ramírez Zaragoza, “han tenido históricamente una gran importancia en las luchas y conquistas del pueblo mexicano”, lo que atribuye a la participación desinteresada de los jóvenes; lo cual les otorga legitimidad ante la población por lo que la mayoría de las veces también disponen de un respaldo social, pese a los ataques de los medios y el gobierno.

Por otro lado, John M. Ackerman resalta la «frescura y autenticidad» que estos movimientos poseen, los cuales suelen generar confianza en la población, canalizando «las esperanzas y las utopías de un pueblo entero». Empero, también son efímeros y sus frutos pueden no ser visibles hasta muchos años o generaciones después, como lo fue el Movimiento del 68.

Además, Ackerman establece que los últimos movimientos estudiantiles en México comparten un «anhelo de transformación social, cultural» así como la búsqueda de un mundo más libre y democrático.

Las y los universitarios organizados

Hay un sinfín de ejemplos que demuestran que «los jóvenes no están esperando a llegar a una edad específica para comenzar a tener un impacto en el mundo como líderes”, dice Ricardo Triana para Expansión. Además, asegura que el 48% de los millennials y el 47% de la gen z buscan crear un impacto positivo en la sociedad. Son las y los jóvenes quienes han logrado traer al ojo público temas relacionados con la igualdad y el respeto.

Tan solo en México, en los últimos quince años, han existido una gran cantidad de estudiantes movilizándose. En 2012, el movimiento #YoSoy132 se convirtió en el primer movimiento estudiantil proveniente de una universidad privada, el cual buscaba la democratización de los medios en el contexto presidencial. Surge después de la visita del entonces candidato a la presidencia Enrique Peña Nieto a la Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México y el video respuesta de 131 estudiantes de la institución. Posteriormente, a través de un video, un estudiante del Tecnológico de Monterrey hace un llamado a los universitarios de escuelas públicas y privadas a unirse con el hashtag #YoSoy132.

En 2014, diferentes instituciones de educación superior de todo el país, en especial las escuelas normales, suspendieron actividades y se movilizaron en distintas manifestaciones para presionar al gobierno de Enrique Peña Nieto, después de la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. A la fecha, la consigna “Nos faltan 43” se encuentra presente en la mayoría de las manifestaciones contra la violencia del ejército en el país.

El mismo año, una movilización estudiantil se posiciona en contra de la reforma a los planes de estudio de los bachilleratos y de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA) del Instituto Politécnico Nacional. El movimiento #TodosSomosPolitécnico convocó a más de 20 mil estudiantes en una mega marcha en donde también se unieron otras universidades públicas y privadas. Aunado a las mega marchas, los estudiantes tomaron los distintos campus del Politécnico en un paro que se extendió algunos meses.

En 2019, los estudiantes de la Universidad de Guanajuato se fueron a paro como símbolo de protesta en contra del acoso en las aulas y la violencia e inseguridad que incrementaron en el estado. Con la consigna #NiUnaAbejaMenos, las manifestaciones también exigían el esclarecimiento del feminicidio de Daniela Vega. 

Si bien, estos son solo algunos de los ejemplos de movimientos estudiantiles en el país, si damos un vistazo al mundo podemos encontrar muchos más, no obstante, sólo mencionaremos dos:

La Primavera Valenciana es el nombre con el que se conocen a las protestas y bloqueos realizados en el 2012 por estudiantes del IES Lluís Vives en respuesta a los recortes en educación y búsqueda de una enseñanza digna. Los adolescentes de entre 13 y 18 años, que solo exigían papel en los baños y calefacción en las aulas, fueron atacados por la policía. 

En 2020, estudiantes tailandeses de todas las edades (tan jóvenes como 10 años) salieron a las calles para protestar en contra del autoritarismo en su país. En 2019, Tailandia se habría convertido en una nación con un gobierno semi-electo, pero continuaba dominado por militares. Las protestas pronto se tornaron violentas, atacando a los estudiantes que, con la simpatía del pueblo, exigían la disolución del parlamento, la reescritura de la Constitución y un alto al hostigamiento a ciudadanos críticos del gobierno. 

Las y los universitarios como agentes de cambio

Si bien, los jóvenes son conocidos por su labor social, no es solo la juventud la que permite que los estudiantes sean un constante agente de cambio en los países.

La experiencia universitaria les proporciona oportunidades únicas para el desarrollo personal, académico y social. El acceso a los distintos recursos educativos, así como a los diferentes eventos y charlas, les permite hacer uso de dichos conocimientos para crear conciencia en las diferentes cuestiones sociales, económicas y ambientales.

Es la participación cívica de los estudiantes la que aboga por un cambio. Este activismo puede tener un impacto significativo en la sociedad, pese a que, como ya abordamos anteriormente, muchos de los triunfos de estos movimientos no son inmediatos, sino que repercutirán en la vida de la sociedad hasta muchos años después.

Día a día los jóvenes alzan la voz en busca de un mundo más justo, ya sea para exigir la gratuidad de la educación, luchar contra un gobierno corrupto o exigir las regulaciones en las empresas a causa del cambio climático, son un ejemplo a seguir.

“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica” es un frase célebre dicha por Salvador Allende en un discurso pronunciado en la Universidad de Guadalajara. Si bien, el discurso tiene más de 50 años no deja de ser una realidad. 

El 2 de octubre no se olvida y, aunque no se grite día a día, las y los estudiantes le rinden tributo siempre que se organizan para cambiar el mundo.

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0