¿Puedo ser lo que quiera ser?

El desempleo, la desigualdad, la movilidad social, la brecha salarial y la falta de oportunidades nos llevan a la pregunta: ¿realmente podemos ser lo que “queramos ser”?

¿Puedo ser lo que quiera ser?
Foto: iStock/Rudzhan Nagiev
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La última película de Greta Gerwig, Barbie®, ha destapado varios temas de discusión, tales como el feminismo, la imagen corporal, los estereotipos de género, el empoderamiento, el perfeccionismo, el significado de la vida y la muerte, entre otros. No obstante, la muñeca siempre se ha destacado, al menos debido a su marketing, por su icónico eslogan: “Sé lo que quieras ser”, pero ¿es posible ser lo que queramos ser?

El mundo rosa

Doctora, fashionista, cantante, sirena, científica, cuidadora de pandas, bombera, dentista, astronauta, juez de la suprema corte, son algunas de las muchas profesiones que la famosa muñeca puede ser.

Con el fin de inspirar a millones de niñas alrededor del mundo, ella fue creada para que las mujeres pudieran soñar con ser lo que quisieran ser, sin límites. Sin embargo, la realidad es diferente y, muchas de las veces, las oportunidades no son suficientes o son inexistentes.

Por ende, más allá del género, este eslogan icónico por sí solo no puede cambiar una realidad si no existen las condiciones correctas, ya sean económicas, de igualdad y oportunidad, de movilidad social, actitudinales, entre muchas otras circunstancias.

El mundo real y el «efecto rosa pastel»

Millennials, la fuerza laboral actual y del futuro próximo

La falta de oportunidades, los salarios insuficientes, el nepotismo en las empresas, así como la gran cantidad de inversión en educación que no se refleja al momento de ingresar al mundo laboral son muchos de los aspectos que “frustran” a la generación millennial.

Un ejemplo de este retrato es la tendencia “Rosa Pastel”, llamada así por la canción de Belanova que lleva ese nombre, la cual fue abordada recientemente en la plataforma TikTok, en donde se refleja la triste realidad y la crisis de los profesionistas: “Todo acabó, no queda más, seremos dos extraños”, un verso que se usa para relatar la existencia de un sueño que, más allá de convertirse en realidad, se materializó en otra cosa, por lo que el trend expone la frustración, la tristeza y el “fracaso”, así como la desilusión de no poder ejercer su profesión.

Entonces, aunque los millennials son la primera generación nativa digital, y los próximos a liderar el mundo laboral, la crisis y los entornos complejos de este nuevo esquema laboral exigen cada vez más de los profesionistas.

Según el IMCO, aunque el desempleo disminuyó un 0.7 porcentual respecto al 2021, esto no significa que existe la oportunidad de empleo para todos, puesto que “las condiciones del sistema de seguridad social y la nula red de seguridad ante el desempleo en el país, la mayoría de la población mexicana no puede permanecer sin una fuente de ingreso por mucho tiempo, por lo que busca empleo constantemente y acepta emplearse en cualquier actividad, incluso en condición de informalidad, o con un número reducido de horas o ingresos”.

Las realidades de América Latina

Si quieres “ser lo que quieras ser”, necesitas una profesión (ya sea soñada o no), es decir, dedicarte a algo para subsistir. El campo laboral y económico de la región de América Latina es un complejo mundo de variables que necesita reformas, políticas públicas e inversión por parte de los gobiernos para que puedan ofrecer más y mejores oportunidades de empleo, que consecuentemente produzcan una mejor calidad de vida.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social en su informe más reciente de 2023 sobre la Medición de la Pobreza en México, resalta que, entre 2018 y 2022, el número de personas en pobreza extrema subió de 8.7 a 9.1 millones.

No obstante, dentro del mismo informe se reporta que hubo una recuperación del 13 % (57.4 millones de personas) en la población ocupada, en donde el 38.4 % se encuentran en formalidad y un 60.9 % en situación de informalidad.

En términos generales, en América Latina la pobreza aumentó durante la pandemia, del 24 % al 26.5 %, aunque se prevé que la inflación disminuya en un 5 % (excepto en Argentina) para 2023.

En otros aspectos, de acuerdo con la OCDE, en México, el ingreso familiar neto disponible es menor que el promedio de la OCDE, siendo este de 16,269 USD, en comparación con el promedio que es de 30,490 USD al año. Aunado a esto, el conflicto de Rusia y Ucrania ha provocado un aumento en la inflación, por lo que los salarios reales han caído (3.8 %) en casi todos los países de la OCDE. Por su parte, los vecinos del norte experimentaron una disminución leve en los salarios reales por hora, lo cual fue menor del 0,7 % para EE. UU. y de 2% para Canadá (de enero 2022 a marzo 2023).

La OCDE señala en su reporte Better Life Initiative que, en cuestión de trabajo y calidad de empleo, México tiene una tasa de empleo favorable, más no óptima; mientras que la brecha salarial entre géneros tiene una desigualdad mucho más notable y alarmante en relación con otros índices.

Sobre la brecha de género en América Latina, México obtuvo un puntaje de 76.5 (a mayor valoración, mayor avance; puntaje de 0 a 100), posicionándose en el lugar 33 de 146 países, retrocediendo dos posiciones a nivel global, mientras que entre los países de Latinoamérica y el Caribe ocupa la sexta posición. Cabe destacar que países como Nicaragua, Costa Rica, Jamaica y Chile tienen mejores índices en la brecha de género en Latinoamérica.

Un dato interesante sobre esta brecha es que, si sigue constante esta tendencia, a México le tomará cinco generaciones cerrar la brecha a nivel mundial, es decir, casi 131 años.

La OCDE, en el apartado Recursos de México para su bienestar futuro (en la pestaña de Capital Humano), menciona que el índice “Logro educativo de la población adulta en México” está por debajo del promedio de la organización, aunque indica una mejora constante. Es importante mencionar que cuando hablamos de capital humano esto se refiere “al valor económico o de producción procedentes de la formación y experiencia de los trabajadores”.

Por si fuera poco, solo el 24 % de los jóvenes ingresan a la universidad en México, mientras que la cobertura en otros países de América Latina en educación superior es del 86 %. Es importante destacar que la pandemia, según la OCDE, ha provocado un rezago de dos años en México, respecto a los demás países pertenecientes a la misma organización.

La fuga de cerebros

Debido a la falta de desarrollo y oportunidades para profesionistas, existe un fenómeno llamado “fuga de cerebros”, el cual se ha acrecentado en México y América Latina en estos últimos tiempos.

Según el CONAHCYT (antes CONACYT), en su reporte La migración mexicana altamente calificada de cara al siglo XXI: problemáticas y desafíos,  “México figura como el principal país de migrantes altamente calificados de América Latina y como el sexto a nivel mundial, además, se ubica también como el segundo país de migración calificada dirigida a la primera potencia capitalista del mundo: Estados Unidos”.

Esto indica que las personas no solo migran a otros países para mejorar la condición laboral, sino la calidad de vida que no se tiene o que no es de un fácil acceso en el país de origen, lo cual deja, en este caso a México, sin muchas mentes brillantes que puedan hacer una diferencia significativa para el desarrollo del país.

¿Trabajar por sueños o metas?

“Soñar no cuesta nada”. En efecto, puesto que este es el primer paso para cualquier emprendimiento, meta u objetivo por alcanzar. Esta parte es el enamoramiento con lo deseado, es decir, se piensa sobre lo que “podría ser” y cómo sería; se imagina con escenarios fantásticos. Mientras que el sueño es eso, es decir, imaginación, anhelo, deseos, el futuro soñado; la meta es llegar al objetivo.

El sueño es solo el principio, por lo que es importante tomar acción para que se pueda materializar. Además, antes de eso es posible que vengan las desilusiones y la frustración, por ejemplo, no encontrar la beca deseada o no ser elegido, no encontrar los recursos necesarios, no contar con tiempo suficiente para realizar ciertos procesos, entre otros.

A pesar de que las metas y los sueños tienen sus diferencias, ambos están en una relación simbiótica, en donde uno depende del otro, sin dejar de lado que, para hacerlo realidad, se necesita de acciones concretas.

Por consiguiente, es necesario tomar acciones con la mente clara y trazar un plan de acción (o varios), teniendo en cuenta que, si el plan A no funciona habrá un plan B, pero siempre trabajando en virtud de lo que se quiere lograr. No obstante, también es importante tener conciencia de que, por diversos factores, algunas metas no se podrán realizar o tendrán que ser concretadas de manera muy diferente a la planeada.

¿Puedo ser lo que quiera ser? ¿Qué implica?

Existen muchos factores que juegan a favor al momento de querer concretar un sueño, algunos de ellos son los siguientes:

  • Saber quién soy: no se puede pensar en “lo que quiero ser” sin saber quién soy, por lo que se requiere una autorreflexión para conocer a fondo lo que somos como persona, así como fortalezas, debilidades, habilidades, entre otros.
  • Motivación: es un ingrediente esencial, puesto que es la determinación o voluntad que impulsa al ser humano a lograr algo. Puede ser intrínseca o extrínseca y, aunque ambas son importantes, es necesario tener motivaciones propias, puesto que las externas pueden agotarse/perderse con facilidad.
  • Perseverancia: es un valor positivo, el cual permite impulsarnos pese a los obstáculos, con el fin de lograr la consecución de una meta/logro.
  • El fracaso como parte del proceso: el miedo al fracaso es muy común, pero cometer errores, equivocarse o fracasar forman parte del proceso. Muchas veces se aprende más del fracaso que del mismo éxito, ya que se analizan las causas y las consecuencias, así como las áreas de oportunidad y las fortalezas.
  • Tomar acción: aunque soñar con lo que “yo quiera ser” es posible, para materializarlo implicará trabajo y sacrificios, ya sean económicos, emocionales, sociales, etc. Por tanto, es necesario trazar un plan de acción para ver concretadas nuestras metas.

Es importante mencionar que materializar un sueño no solo dependerá de esos factores, puesto que también es esencial tener sentido común sin caer en el pesimismo o en el positivismo tóxico.

Por ejemplo, si mi “sueño” es ser astronauta y viajar a Marte me va a resultar imposible, ya que es algo que no es viable. En este caso, esto es un “sueño guajiro”, dado que no poseo las habilidades matemáticas suficientes para estudiar física o ingeniería aeroespacial. Lo más cercano a vivir la experiencia de ser astronauta, en mi caso, sería ahorrar para ir en un viaje con SpaceX.

A su vez, el síndrome del impostor se puede hacer presente en estos casos, puesto que las personas tienden a infravalorar sus capacidades y habilidades, así como lo que valen como persona.

Lamentablemente, existen sueños que no se pueden cumplir por diversas variables, y eso es una realidad que también se debe tomar en cuenta a la hora de trazar un plan de acción. No obstante, si la meta es viable, la clave será tener consistencia, conocerte (fortalezas y áreas de mejora) y tener la fortaleza mental para afrontar las adversidades venideras.

¿Cómo trabajar un mindset de crecimiento desde la infancia?

En la actualidad, con los desarrollos que existen en los métodos de enseñanza, la neuroeducación, la psicología positiva, así como la implementación de la educación emocional es mucho más sencillo que las nuevas generaciones tengan una educación mucho más integral, lo que consecuentemente desemboque en un profesional mejor preparado que cuente con herramientas digitales y emocionales que le permitan desenvolverse de la mejor manera como persona y profesionista.

Sin embargo, este tipo de educación no es accesible para todos, ya que, por ejemplo, muchas comunidades indígenas y rurales no tienen acceso a Internet o no existe la infraestructura suficiente para que puedan prepararse, lo cual sigue siendo un área de oportunidad muy grande para este país en general. En este punto es importante mencionar la movilidad social, la cual sí ha tenido un avance, pero se necesita de más trabajo para que miles de personas puedan tener acceso a la educación, lo cual les permita tener la oportunidad de mejores empleos.

«Las palabras tienen poder»

Es importante que desde la infancia se trabaje la parte emocional del individuo. Muchas de las personas con sueños frustrados pertenecen a las generaciones que en la infancia tuvieron un modelo de crianza sobreprotector, en donde se evitaba a toda costa la decepción y la frustración, en la cual, además, se premiaba constantemente sin valorar el esfuerzo, con la consecuencia de tener una autoestima endeble.

Por ende, los modelos de crianza y el desarrollo emocional infantil son fundamentales, puesto que decidirán cómo crece y se desenvuelve el individuo en una sociedad.

Entonces, para formar una mentalidad de crecimiento desde la infancia, se requiere que desde casa se eduque con modelos de crianza adecuados que permitan un balance positivo para la familia, tomando en cuenta la importancia del desarrollo socioemocional en la infancia, así como que en la escuela se implemente o complemente con una educación emocional en los infantes, con el objetivo de construir el andamiaje de su estructura mental para tener un desarrollo saludable, desembocando en un adulto con salud emocional y valores que tiene conciencia de lo que quiere y puede llegar a ser.

Competencias para la vida

A saber, existen muchos tipos y definiciones de competencias según el marco de referencia. Podemos encontrar competencias básicas, genéricas (transversales, sistémicas, instrumentales, interpersonales), específicas (profesionales/laborales) o de otros tipos (comunicativa, empresarial, lingüística, etc.).

Por consecuencia (aunque existen muchos marcos de referencia para hablar sobre las competencias), se hará mención de las competencias para la vida establecidas por la OMS, la cual establece que son “la habilidad de una persona para enfrentarse exitosamente a las exigencias y desafíos de la vida diaria”, dividiéndolas en tres rubros:

Es complicado enfrascar todo lo que una simple frase (sé lo que quieras ser) representa. Lo que sí es una realidad es que no siempre se podrán cumplir ciertos sueños o anhelos, sin embargo, esto no quiere decir que se deba dejar de soñar o pensar que nada de lo que queramos hacer es posible, ni mucho menos dejar de tener aspiraciones, puesto que, dentro de ciertas circunstancias, así como con trabajo, perseverancia y motivación, esos proyectos de vida pueden convertirse en realidad.

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0