10 de octubre: Día Mundial de la Salud Mental

Me uno a la campaña de concientización y sensibilización en torno al Día Mundial de la Salud Mental 2023 con esta reflexión sobre salud mental en la academia.

10 de octubre: Día Mundial de la Salud Mental
Una lectura de 4 minutos

Mañana, 10 de octubre, es el Día Mundial de la Salud Mental. Confieso que este año esta efeméride me pilló un poco de sorpresa pues, aunque normalmente tengo esta fecha en el radar, las últimas semanas me he enfocado en dos eventos que hemos organizado en el Observatorio alrededor del tema aprendizaje a lo largo de la vida.

Precisamente uno de esos eventos se llevará a cabo mañana martes, en esta edición de “Diálogos” charlaremos sobre aprendizaje a lo largo de la vida en las universidades con colegas de la de la Universitat Oberta de Catalunya y la Pontificia Universidad Católica del Perú. Quien nos quiera acompañar, la cita es el 10 de octubre a las 9:00 a.m. (Centro de México) / 10:00 a.m. (Perú) / 5:00 p.m. (España).

Después de este breve paréntesis, vuelvo al tema del día de hoy: salud mental.

Es curioso que, antes de caer en cuenta que mañana es el Día Mundial de la Salud Mental, me encontraba leyendo un boletín sobre ciencia y me llamó mucho la atención un titular que decía: ‘In case I die, I need to publish this paper’ (“En caso de que muera, necesito publicar este artículo”). Lo leí, pasé a otros temas y luego regresé otra vez al titular, incrédula, y pensé: “¿Qué?, ¿cómo?”

Lo leí de nuevo. Se trata de una entrevista con el neurocientífico Sergiy Sylantyev, quien dejó su laboratorio en el Reino Unido y se fue a Ucrania cuando Rusia invadió su país de origen en febrero pasado. Sylantyev fue enviado al frente como soldado de infantería y mientras estaba en las trincheras, trabajó en un artículo de investigación que había dejado a medias cuando se fue a Ucrania.

“I continued my scientific work even when I was in the trenches. I performed some editorial corrections to my paper submitted to Cell Death & Disease when we were under mortar shelling. I had a strong feeling that I had to finalize the paper; I thought that in case I die here, I need to get this paper published. We had some Internet connection, which I used to discuss edits with my co-authors (…) The paper was published last August 1, while I was still at war.”

Traducción al español:

“Continué mi trabajo científico incluso cuando estaba en las trincheras. Realicé algunas correcciones editoriales en mi artículo enviado a Cell Death & Disease cuando estábamos bajo bombardeo. Tenía la fuerte sensación de que tenía que finalizar el trabajo; Pensé que en caso de que muera aquí, necesito publicar este artículo. Teníamos algo de conexión a Internet, que usé para discutir las ediciones con mis coautores (…) El artículo fue publicado el pasado 1 de agosto, mientras yo todavía estaba en guerra”.

Por más que lo leía y lo volvía a leer no podía comprender… ¡¿Me estás diciendo que mientras esta persona estaba en pleno bombardeo, arriesgando su vida, lo único que podía pensar era: “tengo que entregar el paper, por si acaso no salgo vivo de aquí”?!

Me preocupé muchísimo.

Aunque puedo entender que, en una situación tan extrema como la que vivió este científico, pensar en el trabajo pudiera haberle servido como escape a las atrocidades que estaba viviendo a raíz de la guerra. Pero ¿qué nos dice esto de nuestra sociedad actual? ¿cuáles son nuestras prioridades, nuestros valores?

Sentí que estaba ante un caso extremo del famoso publish or perish y eso me entristeció muchísimo.

Guardé la entrevista pensando que después podría escribir algo al respecto en este espacio, cuando minutos después caí en cuenta que, casualmente, mañana es el Día Mundial de la Salud Mental por lo que me decidí a abrir Word y empezar esta breve reflexión.

¿Cómo se relaciona una cosa con la otra? Por un lado, tenemos a la Organización Mundial de la Salud haciendo una campaña de sensibilización sobre la importancia de la salud mental, llamándole incluso un “derecho humano universal”; mientras que, por otro lado, tenemos a una publicación tan prestigiosa como Nature, enalteciendo el hecho de que un científico ucraniano haya continuado su trabajo académico desde las trincheras.

En ninguna parte de la entrevista se mencionan las implicaciones de este relato con la salud mental de la persona entrevistada, o a cómo esto se relaciona con la cada vez más insostenible presión por publicar a la que está sujeta la comunidad académica y científica.

Existen muchas publicaciones académicas y de divulgación que hablan de la crisis de salud mental que enfrenta la academia, provocada, en parte, por la carga laboral y la presión que tienen las y los académicos por publicar cada vez más y más artículos. El propio Nature, tiene un sinfín de artículos publicados al respecto. Por lo que me extraña que, en este caso, no se haga mención alguna al tema de la salud mental.

Por eso me llamó mucho la atención este énfasis de la entrevista, indicado en el propio título: “En caso de que muera, necesito publicar este artículo”.

Tenía la esperanza de que en la entrevista le preguntaran: ¿Por qué, Sergiy, por qué era tan importante que te publicaran el artículo? Pensé que tal vez se trataba de un descubrimiento que cambiaría para siempre el campo de la neurociencia, algo tan importante que no podía dejarse para después. Pero no se hace mención alguna al respecto. Lo que es evidente es que, definitivamente, era importante para él. Sin duda, pero ¿qué hay detrás de este relato? Sergiy está de regreso en el laboratorio, pero ¿cómo se encuentra? ¿Tendrá el apoyo de un terapeuta o profesional de la salud mental tras esta experiencia que vivió?

Cierro esta reflexión enfatizando la importancia de hacer concientización y campañas de sensibilización para romper con los tabús relacionados con la salud mental (en la academia y más allá). Luchemos por el derecho a contar con una atención profesional disponible, accesible, digna y de calidad para nuestra salud mental.

Karina Fuerte
Editora en jefe, Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación

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