El precio del conocimiento: Tres campos de estudio peligrosos para académicos

La producción de conocimiento puede ser un riesgo en sociedades y regímenes que no buscan el diálogo ni el crecimiento social.

El precio del conocimiento: Tres campos de estudio peligrosos para académicos
Existe un riesgo inherente en la producción del conocimiento en sociedades desiguales y gobiernos autoritarios. Foto: Bigstock
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Cuando pensamos en trabajos de alto riesgo es normal que consideremos primero la labor de un bombero, un soldado o una policía; si hablamos de trabajos de interés científico consideramos lo riesgoso que puede ser el día a día de los químicos que manejan sustancias tóxicas, o los virólogos, pero, ¿un antropólogo social? ¿Un teorista político? ¿Una profesora de estudios de género?

Las disciplinas sociales no son un campo del conocimiento que relacionemos tan fácilmente con un trabajo riesgoso, pero dependiendo del tema de estudio, así como del lugar, cultura y gobierno donde se realicen las investigaciones, los académicos también pueden estar en una situación de alto riesgo por el solo hecho de hacer su trabajo. A continuación presento tres casos de campos de estudios y académicos que realizan su labor ante constante amenaza y en algunas ocasiones, severas represalias.

Estudios de género y su reto contra la silenciación violenta

Marcia Tiburi es profesora de educación e historia de la cultura para el programa de posgrado de la Universidad Presbiteriana Mackenzie, en São Paulo, Brasil, o lo era, hasta hace poco.

Tras más de 200 amenazas de muerte y la pérdida de su puesto docente, Tiburi se vio obligada a huir a París, donde vive en exilio, su “falta” fue escribir y enseñar desde una perspectiva feminista.

Brasil se ha vuelto un lugar muy peligroso para los que abogan por movimientos de justicia social, aún desde el salón de clases o los estudios académicos. El presidente Jair Bolsonaro ha hecho un esfuerzo ejemplar por cumplir su promesa de liberar el país de la ideología de género y la corrección política. El afán nacional por seguir su liderazgo no separa la erradicación de lo que consideran ideas peligrosas para la seguridad y el derecho a la vida de quienes las sostienen.

En el caso de Tiburi, fue su vocal y firme defensa de los derechos reproductivos así como varios de sus libros, incluyendo “¿Cómo conversar con un fascista? Reflexiones sobre el autoritarismo de la vida cotidiana” y “Antología de mujeres en la filosofía”, lo que la expuso a una violencia generalizada de parte de quienes no compartían sus argumentos.

“Género es una palabra demonizada en Brasil, su uso ha sido negado y restringido en todos los documentos de gobierno desde 2016”.

Sostiene Tiburi, a la par que lamenta lo peligroso que se ha vuelto ejercer como experta en estudios de género en su país. Tristemente, Brasil no es el único lugar donde las personas que realizan estudios de género viven bajo amenaza. De acuerdo a un reporte especial publicado en septiembre por la Revista de Índice de Censura, académicos de este rubro reportan un aumento progresivo de amenazas y violencia no solo contra su libertad de ejercer sino su integridad física.

La situación de Tiburi no es única; en Hungría, el primer ministro Zsolt Sémjen ha dirigido una campaña para desaparecer los estudios de género de las universidades y amenazó directamente a Andréa Pető, profesora de este campo en la Universidad Central Europea de Budapest (CEU por sus siglas en inglés).

Sémjen no se limitó a atacar la posición feminista de Pető y de los académicos de su rubro, sus comentarios rayaron en el antisemitismo al declarar que esperaba ver la aniquilación de su raza. Pető reportó recibir amenazas y correo de odio a través del servidor de la CEU, pero la institución ofreció proporcionarle un guardaespaldas, que Pető rechazó. La amenaza sobre su seguridad persiste en las esferas más altas de poder de Hungría.

El riesgo de las investigaciones sociales en regímenes autoritarios

El ejercicio de la antropología es crucial no solamente para entender la historia y particularidades de civilizaciones pasadas, sino para comprender lo que define a las actuales y buscar soluciones a problemas presentes. Existen antropólogos que se dedican a estudiar puntos críticos de culturas vivas, en las que sus fuentes no son los libros ni la herencia cultural, sino las personas.

Kameel Ahmady fue arrestado en agosto de este año por este motivo. El gobierno Iraní citó cargos relacionados con la protección de la seguridad nacional, pero se negó a dar más información sobre la aprehensión del ciudadano Británico-Iraní. Las investigaciones de Ahmady eran independientes y tocaban temas de sensibilidad política y cultural como el matrimonio infantil, la mutilación femenina y las uniones fuera del matrimonio.

“Todo lo que él hacía era transparente y de forma pública, nunca antes había sido detenido, convocado por las autoridades o amenazado”.

Declaró Shafagh Rahmani, esposa de Ahmady. En octubre de 2018, el académico ganó el primer lugar en la categoría de literatura de la Fundación para la Paz de la Mujer Global, por su trabajo de investigación en asuntos infantiles, de minorías y de género.

Cuando el objeto de una investigación contraviene intereses políticos nacionales, ser académico puede resultar en una condena de cadena perpetua, tal es el caso de Ilham Tohti.

En 2011, oficiales de alto nivel chinos pidieron a Tohti que les expusiera su perspectiva sobre las relaciones étnicas internas entre los Uyghurs, la minoría musulmana china, y los Han, la etnia de mayoría. Tohti produjo un extenso trabajo académico en el que describió las dificultades que enfrentan los Uyghurs en la región.

El economista cubrió diversas áreas de oportunidad e incluyó recomendaciones para su mejora, algunas de sus sugerencias incluyeron: invertir en poblaciones de minoría, promover la presencia de los Uyghurs en posiciones de responsabilidad real, establecer un marco de protecciones legales para una autonomía regional étnica y apoyar la creación de comunidades diversas.

El partido en el poder usó su trabajo académico para detectar las líneas de pensamiento que representaban una amenaza para la jerarquía social y política china, aumentando significativamente los arrestos de abogados, escritores y académicos.

En 2014, Tothi fue arrestado, enjuiciado y condenado a cadena perpetua bajo cargos de separatismo. La comunidad académica mundial condenó el tratamiento del economista y a la fecha, siguen pidiendo su liberación.

Teoría política en tiempos de represión

El área de la teoría académica pudiera parecer un tema inocuo, pero cuando se estudia a la par de sucesos presentes y el objeto de estudio expone la relación gobierno-ciudadano a través de los movimientos de protesta, el tema puede incomodar a las autoridades, especialmente si se trata de un régimen represivo.

Kylie Moore-Gilbert trabajaba como catedrática en Política del Medio Oriente para el Instituto Asiático de la Universidad de Melbourne antes de ser arrestada y encarcelada en la prisión de Evin, en octubre de 2018, cuando fue condenada a diez años de prisión por espionaje.

Moore-Gilbert investigó y escribió extensamente sobre revoluciones y activismo en el Oriente Medio, enfocándose en el Shia Islam, Políticas Bahraini y movimientos de protesta. Sus colegas reportan que la académica siempre trató estos temas con extrema sensibilidad, humildad y tomando las precauciones pertinentes para la investigación y divulgación de temas que pudieran ser vistos como complicados para el orden político y social iraní.

“Yo serví en el comité de disertación de Kylie, es una persona maravillosa y una académica seria, no es una espía”.

Comentó Davif Malet, profesor asistente en la Escuela de Asuntos Públicos de la Universidad Americana.

La Ministra Australiana Marise Payne, confirmó haber hablado con el ministro iraní Mohammad Javad Zarif sobre la situación de Gilbert-Moore y otros dos Australianos encarcelados. No se han reportado progresos sobre el caso.

El caso de Gilbert-Moore es otro más de los de varios académicos arrestados en territorio Iraní. Meimanat Hosseini-Chavoshifue, experta en población de la Universidad de Melbourne, fue arrestada en diciembre del año pasado. Actualmente se encuentra libre bajo fianza, pero sin la posibilidad de salir del Irán. Se le acusa de tratar de infiltrar instituciones nacionales.

Otro caso es el de Homa Hoodfar, quien fue interrogada durante 112 días en la prisión Evin posterior a su investigación sobre la vida cotidiana de las mujeres en Irán.

Ejercer la profesión de académico no tiene que ser un riesgo. Pero cuando la labor de generar y compartir conocimiento se vuelve un peligro, esto es síntoma de una problemática social y política grave. Denota la situación de un orden social y de gobierno que están a favor de mantener un orden establecido sin pluralidad, diversidad ni diálogo público abierto.

Un académico en riesgo es como el canario en la mina de una civilización que apunta hacia el retroceso social, el autoritarismo y la represión. Es importante poner atención a estas señales para detectar y atajar los problemas que perjudican la salud social y política de cualquier país o región.

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0