Lecturas para la Educación | Brindar ayuda en situación de emergencia: El I Ching

En esta nueva entrega de “Lecturas para la Educación”, Andrés García Barrios comparte algunas enseñanzas del I Ching sobre la mejor forma de ayudar a otros en una situación de emergencia.

Lecturas para la Educación | Brindar ayuda en situación de emergencia: El I Ching
Una lectura de 6 minutos

Me conmovió, esta mañana, la historia de una joven estudiante que está sufriendo indeciblemente a causa de la pandemia: tres familiares cercanos han muerto y ahora que necesita un tratamiento para sostenerse emocionalmente, las posibilidades de recibirlo se alejan porque en su casa escasean los medios.

De inmediato quise aconsejar a su maestra ―mi relatora― sobre la forma de brindar apoyo a la chica. Recordé entonces algunas cosas que releí el año pasado en un libro que a lo largo de la vida me ha dado enseñanzas importantes: el I Ching, especie de Biblia oracular de las doctrinas taoísta y confucianista, que reúne la sabiduría de muchas generaciones de maestros.

A inicios de la pandemia busqué en sus páginas alguna guía ante lo que empezaba a vivirse. Fue eso lo que recordé hoy al escuchar la historia de la joven estudiante. Hablé de ello, pues, a mi relatora, y de inmediato me di a la tarea de investigar un poco más para poder traer también a este espacio algunas enseñanzas del I Ching sobre la mejor forma de ayudar a otros en situación de emergencia.

Antes de pasar a esos textos, me permitiré decir algunas palabras acerca de un tema que flota en el ambiente cuando uno quiere brindar apoyo: me refiero a la llamada buena voluntad. El lector estará de acuerdo en que, bien entendida, ella nos merece el mayor respeto. El I Ching le atribuye el don de saber guiarnos por el camino correcto, por si sola. Lo mismo hace de alguna manera Immanuel Kant al colocarla en el lugar central del comportamiento moral humano. Con rigor filosófico, ambos hablan de una pureza de intención que todos somos capaces de vivir. Sin embargo, como ya sabemos, también todos tendemos a sabotearla. Ayudar no es fácil; compromete nuestra estabilidad interior y exterior, y nos pone en riesgo. Creo que nadie debe sentirse culpable si adivina que inconscientemente está intentando que el proceso de ayudar a alguien fracase. Sin embargo, en tiempos como el actual en que el dolor de alguna manera depura nuestra voluntad, quizás el conocimiento que ofrecen los grandes maestros chinos pueda servirnos para perseverar. Como dice Kant: “¡Qué magnífica es la inocencia! Pero ¡qué desgracia que no se pueda conservar bien y se deje fácilmente seducir! Por eso la sabiduría ―que consiste más en hacer (ciertas cosas) y dejar de lado (otras)― necesita del conocimiento para poder durar”. [i]

El I Ching se compone de 64 grandes “capítulos” en los que, de acuerdo con el texto mismo, se resume el devenir del cosmos, de la sociedad y de cada uno de nosotros. Recurro aquí sobre todo a dos de ellos, el titulado Kan, Lo abismal (número 29) y el llamado Chien, El impedimento (número 39). Mi intención es permitir al lector una consulta ágil, así que extraigo del original sólo las frases centrales y resumo el resto.[ii]

*

En estos tiempos, las dificultades que viven nuestros alumnos a nadie le parecen extraescolares, ocurran donde ocurran. Más bien, una vez que ellos se acercan a nosotros para relatárnoslas, sentimos ganas de saltarnos todos los protocolos institucionales y correr a ayudarlos. Sin embargo, en esos momentos solemos olvidar algo que el I Ching nos recuerda:

Cualquier gesto prematuro puede conducir al fracaso.

Actuar impulsivamente probablemente dará como resultado que cometamos errores básicos; incluso podrá parecer que queremos imponer nuestra ayuda. Ciertamente, siempre debemos mantenernos receptivos para captar señales sutiles de que somos requeridos, pero también hay que ser cautos para no adelantarnos hacia donde no seremos bien recibidos.

Sin embargo, cometer errores no es lo peor que puede pasarnos: sería mucho más triste y decepcionante que nuestro impulso de brindar ayuda se quedara paralizado o claudicara por no encontrar frente a si un camino viable.

Uno se encuentra confrontado con obstáculos que no pueden superarse directamente. En tal situación es sabio hacer una pausa. Se trata de una preparación. Uno debe unir sus fuerzas a las de compañeros y ubicarse bajo el mando de alguien capaz de enfrentar la situación.

Es fundamental empezar por reunir esfuerzos.

Si uno quiere actuar contando solo con sus propias fuerzas y sin las precauciones necesarias, no encontrará apoyos y percibirá demasiado tarde que ha hecho un cálculo erróneo, pues las condiciones con que esperaba contar son insuficientes.

Sin embargo, prepararnos no significa dilatar la ayuda más de lo necesario. Una vez reunidas todas nuestras fuerzas, es importante poner manos a la obra, …

… avanzar para no fallar por haberse demorado.

La verdad es que debemos hacer todo para que nuestra voluntad de dar ayuda llegue a término. No se trata solamente de realizar un capricho personal sino de responder a un llamado que resuena en nuestro interior y que no podemos dejar de lado.

… se está obligado a enfrentar el peligro por una causa importante.

Una vez que estamos interna y externamente listos para actuar, debemos enfocarnos en la dificultad concreta que requiere nuestra ayuda. En situación de emergencia, nuestra acción debe concentrarse en soluciones prácticas inmediatas y no distraerse en encontrar causas profundas (no es momento de intentar grandes cambios institucionales, familiares o personales):

No es tiempo de llevar a cabo grandes transformaciones; es suficiente con salir del peligro.

Ciertamente, con eso tendremos tarea suficiente, pues en este momento cada estudiante tiene necesidades concretas diferentes. Habrá que comprenderlas lo mejor posible e identificar los recursos que necesitamos para intervenir. Veremos que algunas son fáciles de atender (incluso nos toparemos con alumnos a quienes les urge ayudar a otros y que pueden convertirse en nuestros aliados); sin embargo, habrá casos que involucren una red de situaciones y personas con las cuales nos será difícil interactuar.

En su interpretación del I Ching, la pensadora Marta Ortiz compara lo anterior con lo que enfrentó el Gran Yu, sabio funcionario chino, cuando se propuso controlar las inundaciones del río Hwang-ho. Para él, la estrategia consistía en “honrar el flujo del agua”, es decir investigar y comprender a fondo a qué se estaba enfrentando, y mostrar ante ello el respeto necesario.[iii]

En situación de emergencia, no siempre es fácil convencer a otro de que necesita ayuda ni de que nosotros podemos dársela. No es momento de confiar en nuestra elocuencia, tenemos que ofrecer pruebas. Lo mismo pasa si queremos pedir a alguien que colabore con nosotros.

Si en tiempos difíciles quiere uno esclarecer a alguien, ha de empezar por aquello que resulte claro y evidente.

Además, tener evidencias nos permitirá enfrentar el problema con decisión y, lo que es muy importante, con naturalidad, sin demasiados preámbulos. Ser proactivos. Esto aplica tanto con las personas a quienes queremos ayudar como con nuestros colaboradores y líderes.

(En tiempos como éstos) se acaban las formalidades convencionales y rebuscadas. Todo debe ser simplificado al máximo. Lo principal es una disposición mental veraz (y) la sincera intención de practicar la mutua ayuda.

Debemos, pues, confiar en nuestra buena voluntad y en estar actuando de manera oportuna y respetuosa, con conocimiento y evidencias suficientes. En la mayoría de los casos nuestra acción alcanzará el éxito. Sin embargo, si con todo no logramos convencer a alguien de recibir ayuda, es mejor no seguir. En todo caso, habrá que confiar en que esa persona, a pesar de sus indecisiones, encuentre el camino correcto ―seguramente de manera agitada― y que incluso vuelva a nosotros en busca de apoyo. Así nos lo explica el I Ching en su parábola sobre La locura juvenil (número 4):

No soy yo quien busca al joven inexperto, sino que es él quien debe buscar mi ayuda. 

Sin embargo, si después de esto la indecisión se repite, tendremos que volver a detenernos.

Cuando alguien pregunta dos o tres veces lo mismo, importuna. Si importuna, no se le da información.

*

El texto completo del I Ching puede ser un excelente acompañante para las dudas que surjan en el camino.[iv] Sólo quiero insistir en ser siempre práctico y no desviarse hacia problemas que no competen a la necesidad inmediata, y añadir un punto que considero crucial; tiene que ver con el último paso del proceso, con vigilar que nuestro esfuerzo llegue de verdad a término y no descuidarnos en el último instante. En su capítulo 64 (Wei Chi, Antes de la consumación), el I Ching pone especial énfasis en ese momento. Para hacerlo, usa como metáfora la travesía que hace un zorro inexperto al cruzar un río en deshielo.

Si al pequeño zorro se le hunda la cola en el agua cuando casi ha consumado la travesía, nada será favorable.

Después de atravesar grandes obstáculos, ya frente a la otra orilla, el animal puede sentirse confiado y perder el paso, de suerte que su abundante cola se sumerja en el agua helada y por su peso le impida salir. Todo puede venirse abajo. Tengámoslo presente pues un pequeño esfuerzo en el último paso puede ser crucial para conseguir el éxito y tener la satisfacción de haber hecho todo lo posible para ayudar a alguien.

[i] Kant desarrolla ésta y otras ideas sobre la buena voluntad en el libro Fundamentos para una metafísica de las costumbres.

[ii] Tomo los siguientes fragmentos de la prestigiosa edición de Richard Wilhelm, tanto en su versión impresa publicada por editorial Hermes, como en su versión electrónica. (http://www.adivinario.com/download/I_Ching.pdf)

[iii] http://abatesoderini.blogspot.com/

[iv] Tradicionalmente, el I Ching se consulta como oráculo; el lector interesado puede encontrar la técnica precisa en internet.


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Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0