¿Se puede investigar qué nos hace felices?

¿Qué se necesita para ser feliz? ¿Se puede si quiera investigar la felicidad? Más de 80 años de investigaciones demuestran que sí es posible.

¿Se puede investigar qué nos hace felices?
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La felicidad es algo que el ser humano ha querido alcanzar siempre, tanto así que en las últimas décadas esta búsqueda se ha convertido en una ciencia con la esperanza de comprenderla mejor. Aún así, es un tema complicado ya que es difícil definirla y medirla porque es la felicidad es relativa.

¿Qué es la felicidad? ha sido un tema de discusión desde la Antigua Grecia, siendo Aristóteles quien primero planteó el tema con más fuerza. Para Aristóteles, todas las cosas del universo tienen un propósito, una función y un fin; y la felicidad no es un sentimiento pasajero, es el producto de una vida bien vida, es la suma de una existencia plena, una vida completa. 

En esa época, la felicidad se ha conceptualizado como compuesta por al menos dos aspectos: hedonia (o placer) y eudaimonía (la sensación de que la vida se vive bien). De hecho, la palabra principal en el griego antiguo para la felicidad estaba relacionada con este segundo término. Más aún, era una señal del favor divino, la felicidad era aleatoria y dependía de los dioses si alguien era feliz o no. Incluso en la actualidad, este concepto está fuertemente ligado con la suerte. En español «felicidad» es derivado del latín «felix» que es suerte o destino, en inglés «happy» viene del inglés temprano y nórdico antiguo y significa azar o fortuna.

Según el docente y psicólogo, Ed Diener, y su colega Pelín Kesebir, la felicidad es: «las evaluaciones de las personas sobre sus vidas y abarca tanto los juicios cognitivos de satisfacción como las valoraciones afectivas de los estados de ánimo y las emociones». 

Aunque no hay muchos historiadores que se dediquen a la felicidad, los que existen están de acuerdo en que, «al menos a nivel de retórica, se produjo un cambio significativo en la cultura occidental hace unos 250 años», según Peter N. Stearns del Harvard Business Review.

¿Qué ocasionó este cambio? Parte fue que la felicidad pasó de ser un objetivo personal a uno colectivo. También hubo más énfasis en que ser alegre agrada a Dios, y hubo mayor valoración de los asuntos de este mundo. Además, inventos que ayudaron a aumentar la comodidad como contar con calefacción en el hogar hasta la invención de los paraguas para protegerse de la lluvia, así como mejores métodos de odontología, entre otros, fueron algunas invenciones que ocasionaron que las personas sonrieran más y contribuyeron a crear la primera etapa de la felicidad occidental moderna. 

Y así, lo que se considera felicidad ha ido cambiando a lo largo de la historia. En la década de 1920 en adelante empezó a surgir literatura enfatizada en la importancia de ser feliz, la responsabilidad personal de lograr la felicidad y los métodos disponibles. De ahí en adelante, la felicidad se extendió a la niñez, un área con la que anteriormente no se le asociaba, por lo que no se consideraba como responsabilidad de familiares o tutores.

La ciencia de la felicidad y la psicología positiva

El constructo de la felicidad todavía está evolucionando y, aunque es difícil de definir, es uno que puede evaluarse empíricamente a través de una evaluación cualitativa y cuantitativa. Es por esto que cada vez más universidades y académicos se han interesado en el tema. Incluso la Universidad Tecmilenio cuenta con el Instituto de Ciencias de la Felicidad, el primero en su clase en México. Este Instituto «investiga lo que funciona bien en la vida de las personas y las organizaciones y cómo se puede potenciar la felicidad de la gente».

Algunas personas argumentan que la felicidad no debería tener investigación científica porque es imposible medirla objetivamente. Sin embargo, en 1984 el educador y psicólogo Ed Diener introdujo el término «bienestar subjetivo«, una forma de medir la felicidad haciendo preguntas como: ¿estás feliz? ¿Cómo calificarías tu felicidad en una escala del 1 al 10? Estas preguntas sirven para ayuda a realizar experimentos controlados. Esto ayudó a proporcionar evidencia de que el bienestar subjetivo tiene validez de construcción, lo que significa que es algo constante en el tiempo. Está altamente correlacionado con algunos rasgos de personalidad y tiene la capacidad de predecir resultados futuros.

También existe el «Método de Muestreo de Experiencias» (ESM por sus siglas en inglés) que proporciona una indicación general del bienestar a lo largo del tiempo utilizando un diario para evaluar las experiencias subjetivas de la vida diaria. Existen muchos otros métodos subjetivos, como la Escala de felicidad subjetiva de Lyubomirsky y Lepper en 1999, o la Escala de felicidad de Fordyce en 1977. De los más recientes está el Índice de felicidad de Steen del 2005, donde los participantes leen una serie de declaraciones y seleccionan la que mejor describa cómo se encuentran actualmente. De ahí, se indica si viven cualquiera de los tres tipos de «vida feliz»: una vida placentera, una vida comprometida o una vida significativa. 

Por otro lado, en su publicación del 2010, los investigadores Kringelbach y Berridge argumentaron que la neurociencia puede estudiar los circuitos cerebrales relacionados. Los neurocientíficos encontraron que el placer: «no es simplemente una sensación o pensamiento, sino un resultado de la actividad cerebral en sistemas hedónicos». Todos los placeres, desde la comida hasta placeres monetarios, parecen involucrar los mismos sistemas cerebrales. Concluyeron su investigación diciendo que falta más investigación para comprender completamente la neuroanatomía de la felicidad. 

Pero ¿esto qué significa? ¿Quiere decir que se puede «medir» la felicidad y darle una explicación científica? Esta evidencia neurológica, junto con los distintos métodos para medir el bienestar subjetivo, sugieren que es posible tener una explicación científica de la felicidad. La investigación psicológica sobre el tema también es importante porque no sólo se relaciona con una mejor salud física y con la longevidad, sino que también es una prioridad para las personas. 

Generalmente hay tres formas en que los psicólogos estudian la felicidad:

  1. Teorías de satisfacción de necesidades y metas
    • Se refiere a las teorías que tienen como resultado esforzarse por lograr objetivos apropiados y satisfacer las necesidades humanas fundamentales. 
  2. Teorías genéticas y de predisposición de la personalidad
    • Estas proponen que el bienestar está influenciado por genes y está asociado con rasgos de personalidad de extraversión y neuroticismo. Esto significa que el bienestar no cambia mucho con el tiempo.
  3. Teorías del proceso/actividad
    • El bienestar puede mejorar participando en actividades que son atractivas y requieren esfuerzo. 

La psicología positiva ha surgido en los últimos años, pero desde el año 2000 los psicólogos Seligman y Csikszentmihalyi publicaron una introducción al tema. Su objetivo es comprender y cultivar los factores que hacen felices a los individuos, las comunidades y las sociedades. 

El secreto para ser feliz

En el contexto de las áreas de psicología y el estudio de la felicidad, en 1938 Harvard empezó el «Estudio del desarrollo de adultos» el cual ha estado siguiendo a 268 individuos durante los últimos 80 años para identificar los predictores psicológicos de envejecimiento saludable. El director del estudio, Robert Waldinger, psiquiatra del Hospital General de Massachusetts y profesor de psiquiatría en la Facultad de Medicina de Harvard, dijo en su TED Talk que «el hallazgo sorprendente es que nuestras relaciones y lo felices que somos en nuestras relaciones tienen una poderosa influencia en nuestra salud, cuidar tu cuerpo es importante, pero cuidar tus relaciones también es una forma de autocuidado. Esa, creo, es la revelación».

El estudio expuso que las relaciones cercanas son el elemento clave que mantiene en marcha a las personas a lo largo de sus vidas, más que el dinero o la fama. Los lazos protegen a los individuos de los malos momentos ya que retrasan el deterioro mental y físico y son los mejores predictores de vidas largas y felices más que una clase social alta, un buen coeficiente intelectual o incluso buenos genes. 

El psicólogo también dijo que «la salud y la felicidad no dependen del nivel de colesterol de las personas, sino de lo satisfechos que estaban en sus relaciones. Las personas que estaban más satisfechas en sus relaciones a los 50 años eran las más saludables a los 80 años». Aquellas personas que mantienen relaciones cálidas viven más y son más felices puesto que, según el estudio, las personas que cuenten con un fuerte apoyo social presentaban menos deterioro mental a medida que envejecen. Por ejemplo, las mujeres con conflictos maritales presentaron con más frecuencia peores funciones de memoria que aquellas que se sentían unidas con sus parejas. En relación a esto Waldinger aclara: «Resulta que las personas que están más conectadas socialmente con la familia, los amigos y la comunidad son más felices, son físicamente más saludables y viven más que las personas que están menos conectadas».

Aprendizaje: una vía alterna a la felicidad

Un camino menos conocido hacia la felicidad es aprender, crecer y superar desafíos. ¿Qué tiene el aprendizaje que lo convierte en un ingrediente clave de la alegría y el logro? Existen múltiples estudios que demuestran la relación entre aprender y prosperar y brindan orientación sobre las acciones que pueden aumentar la felicidad. 

Un ejemplo es el estudio Momentary Happiness: The Role of Psychological Need Satisfaction, realizado por los investigadores Ryan T. Howell, David Chenot, Graham Hill y Coleen H. Howell, el cual indica que aquellas personas que participan en la educación formal experimentan una mayor felicidad y satisfacción con la vida en general. De acuerdo con el estudio, el bienestar psicológico se correlaciona positivamente con la satisfacción de necesidades como autonomía, competencia y relación. Los investigadores exploraron la felicidad momentánea y sus resultados demuestran que cuando se participa en comportamientos que promueven la competencia y se satisfacen las necesidades de autonomía y relación, las personas con altos niveles de satisfacción con la vida experimentaron mayores aumentos en la felicidad.

Estudiar y aprender ayuda a que las personas tomen cierto control sobre sus vidas y su futuro. El aprendizaje puede ser el resultado de perseguir los intereses propios y metas, o para alcanzar cierto trabajo que requiere un plan de estudios obligatorio o cierto. 

Además, según un estudio realizado por Sonja C. Kassenboehmer, Feliz Leung y Stefanie Schurer, titulado University education and non-cognitive skill development, estudiar en la universidad tiene una relación positiva con la extroversión y la simpatía de los estudiantes de entornos desfavorecidos.

Otra investigación publicada en la revista Nature llevada a cabo por los académicos Robert C. Wilson, Amitai Shenhav, Mark Straccia y Jonathan D. Cohen, señala que si nunca fallas, no tendrás la motivación de continuar, y si fallas demasiado, sólo te desmotivas. El punto ideal para generar resiliencia y motivación en el aprendizaje es tener un 85 % de éxito y un 15 % de fracaso. Para los investigadores, existe un punto óptimo de dificultad y es un método de enseñanza moderno que está en el corazón del aprendizaje. 

Por otro lado, entre más cosas nuevas aprende una persona, más amplía sus horizontes y tiene una mayor perspectiva, lo cual está vinculada a experiencias de mayor felicidad y alegría. Un estudio realizado por Eiluned Pearce, investigadora de psicología experimental de la Universidad de Oxford y la Asociación Educativa de Trabajadores de Inglaterra y Escocia, encontró que cuando las personas participan en clases fuera del trabajo, mejoran su salud mental y física y reportan una mayor satisfacción con sus vidas. 

El aprendizaje puede ayudar a tomar mejores decisiones, lo que contribuye al éxito personal. Según una investigación realizada por académicos de la Universidad de Cornell, cuando las personas participan en programas educativos formales, tienden a tomar mejores decisiones y expresan una mayor racionalidad, especialmente en lo que respecta a las evaluaciones económicas. Por último, según una publicación de Björn Högberg, del departamento de Trabajo Social de la Universidad de Umeå, en el que estudiaron a 15 000 personas en 25 países cada dos años desde el 2002, cuando los países respaldan un mayor logro educativo, sus ciudadanos son más felices y saludables.

Cuéntanos para ti ¿qué significa la felicidad? ¿Crees que se pueda investigar? ¿Qué opinas de la ciencia de la felicidad o la psicología positiva?

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0