Iniciar más tarde el horario escolar puede beneficiar el aprendizaje

Investigaciones recientes sugieren que el turno vespertino presenta un mayor beneficio para el aprendizaje de los estudiantes. Conoce el análisis de un profesor.

Iniciar más tarde el horario escolar puede beneficiar el aprendizaje
exc-60bd9e47a2646e1dde51ea2a
Una lectura de 6 minutos

“El turno escolar vespertino es el menos popular y es poco apreciado por las personas, sin embargo, ofrece más beneficios al aprendizaje de lo que pensamos”.

Existe una preferencia generalizada de las familias porque sus hijos asistan a la escuela en el turno matutino. Ya sea por empatar su horario laboral con el horario de clase de sus hijos, por las actividades extraescolares que realizan los estudiantes por las tardes o simplemente por la costumbre social de asistir a la escuela por la mañana. Una de las pocas investigaciones referente a las escuelas de doble turno es la de Cárdenas (2011) donde señala que el turno vespertino tiene un porcentaje más alto de estudiantes con bajos recursos económicos, los alumnos con un desempeño académico más bajo que los del turno de la mañana, tasas más altas de reprobación, extra-edad y deserción escolar; lo cual sugiere una brecha académica de gran proporción entre ambos turnos escolares.

La realidad es que, los estudios relacionados con las diferencias que persisten en las escuelas que manejan doble turno escolar (matutino y vespertino) son escasos. Muchas de estas diferencias no son reportadas o se desestiman por no considerarse relevantes. Sin embargo, más allá de estas estimaciones asistir a clases en un turno vespertino puede ofrecer más beneficios al aprendizaje de lo que pensamos. De tal manera que, estas diferencias no son solo sociodemográficas o educativas, sino también biológicas y pueden relacionarse directamente con el ciclo de sueño-vigilia de los estudiantes.

“Uno de los principales beneficios encontrados sobre el turno vespertino es que los estudiantes no cuentan con una deuda de sueño en comparación con los del turno matutino”.

La necesidad de dormir bien

Dormir es una importante función fisiológica del organismo, es esencial para la salud física, para el rendimiento cognoscitivo y para eliminar la sensación de fatiga (Waterhouse, Fukuda & Morita, 2012). Por otra parte, el dormir es un ritmo circadiano, lo cual se refiere a los ciclos en la fisiología que se generan de forma endógena, que tienen un periodo de aproximadamente 24 horas, y continúan oscilando en la ausencia de cualquier condición ambiental externa. Además, el ritmo circadiano se modula por medio de diversos agentes sincronizadores externos como el ciclo de la iluminación (día/noche, luz/oscuridad), el ciclo de la alimentación y el entorno social (Duffy & Wright, 2005).

Asimismo, dormir es un proceso homeostático, y se considera relativamente independiente del proceso circadiano. Este proceso es un mecanismo que permite a los organismos compensar la pérdida de sueño. Las personas necesitan dormir por lo menos 8 horas diarias, de lo contrario, se encuentran más propensas a quedarse dormidas debido a la presión homeostática que induce el dormir.

“Estudios han demostrado que los horarios escolares alteran los horarios de sueño de los adolescentes, convirtiéndolos en irregulares, acortados y con un constante retraso del dormir”.

Por otro lado, el aprendizaje de los estudiantes está basado en los procesos de autorregulación (Self regulated learning) el cual incluye aspectos motivacionales, procesos de autoconciencia, logros de metas, influencia del entorno social, del entorno físico y la adquisición de las capacidades de autorregulación (Zimmerman, 2015). Asimismo, el aprendizaje está modulado por procesos biológicos de la corteza prefrontal. Por lo tanto, el estudiante dentro de sus actividades académicas depende de su capacidad de organización para estructurar sus procesos cognitivos, conductuales, ambientales y biológicos con el propósito de obtener evaluaciones satisfactorias.

Estudios han demostrado que los horarios escolares alteran los horarios de sueño de los adolescentes, convirtiéndolos en irregulares, acortados y con un constante retraso del dormir, debido a que en su mayoría inician sus clases muy temprano; resultando una desincronización del ritmo circadiano (Crowley et al., 2018). Una de las propuestas que se han elaborado para mejorar esta desincronización es la de cambiar el horario escolar para que inicie más tarde. Diversos estudios han demostrado que retrasar el horario escolar mejora la salud física y mental del estudiante, así como también su rendimiento académico y evita accidentes de tránsito (Marx et al., 2017).

Los horarios sí importan

Además de los diversos cambios fisiológicos que ocurren en la adolescencia, también aparece el aumento en la duración del dormir, y un retraso en el ciclo de sueño-vigilia. Ambos efectos se manifiestan cuando el adolescente tiene oportunidad de dormir libremente, por ejemplo, fines de semana y vacaciones. En estos periodos los adolescentes duermen más y se acuestan y despiertan más tarde. Por ejemplo, en México, los estudiantes de educación media tienen que cumplir un horario para sus actividades escolares, esto implica asistir a clases a las 07:00 de la mañana durante toda la semana, sin embargo, el retraso de fase del ciclo de sueño-vigilia hace difícil que el adolescente se acueste temprano. Provocando una privación de sueño semanal. De esta forma, entre semana se produce una deuda de sueño en el adolescente, que ocasiona la aparición de ciertos trastornos como la somnolencia diurna, síndrome de la fase del sueño retrasada, entre otros más y que sea incompatible con sus actividades diarias (Carskadon, 2011).

“Una de las propuestas para mejorar la desincronización del sueño en los estudiantes es la de cambiar el horario escolar para que inicie más tarde”.

Por otra parte, también contamos con las diferencias individuales que tiene todo individuo para escoger el horario de dormir. A esto se le conoce como preferencia circadiana (cronotipo). Se clasifican en madrugadores (Tipo M, por el término en inglés Morningness), su mejor momento es por la mañana, y duermen temprano. En cambio, las personas trasnochadoras (Tipo E por el término en inglés Eveningness) se levantan tarde y son más activas por la tarde/noche (Arrona-Palacios & Díaz-Morales, 2018).

De acuerdo con Díaz-Morales y Escribano (2015) la preferencia circadiana llega a estar relacionada con el rendimiento académico de los adolescentes y de acuerdo con la evidencia, el rendimiento académico óptimo va a depender de dos factores relacionados con la preferencia de horarios: 1) La sincronía entre la hora del día en que realiza su actividad académica y la preferencia circadiana del alumno (tipo M o Tipo E), y 2) el número adecuado de horas de sueño.

El beneficio secreto

Recientemente, estudios respecto a las diferencias de hábitos del dormir en estudiantes de escuelas de doble turno han ido incrementando, especialmente en países como México, Brasil, y Uruguay, debido a que se analizan los posibles beneficios que pueden tener los estudiantes que estudian en el turno vespertino. Uno de los principales beneficios que se han encontrado es que los niños, niñas y adolescentes que estudian en un turno vespertino no cuentan con una deuda de sueño en comparación con los del turno matutino (Arrona-Palacios, García & Valdez, 2015; Arrona-Palacios, Díaz-Morales, & Adan, 2021). Su duración de sueño se encuentra óptima de acuerdo con las recomendaciones elaboradas por el National Sleep Foundation. Además, se ha encontrado también beneficios en su rendimiento académico.

En un estudio realizado en México sobre la asociación de la preferencia circadiana y los horarios del dormir con el rendimiento académico en adolescentes de educación secundaria (Arrona-Palacios & Díaz-Morales, 2018), se encontró que para que los adolescentes que asisten a clases en el turno matutino pudieran tener un buen rendimiento académico necesitaban tener una buena duración del dormir y ser del tipo M. Sin embargo, resultó interesante que en el turno vespertino no hubo influencia de la preferencia circadiana ni de la duración del dormir, debido a que los del turno vespertino entre semana dormían más (9:14 h vs 7:16 h) que los del turno matutino. Por lo tanto, los resultados sugirieron que la obtención de un buen rendimiento académico de los estudiantes del turno matutino iba a estar determinado por el horario del dormir y preferencia circadiana. Sin embargo, los estudiantes del turno vespertino, independientemente de la preferencia circadiana que puedan tener, el hecho de tener una buena duración del dormir diaria, los ayuda a que todos sus procesos de aprendizaje se encuentren en óptimas condiciones.

Si bien existe la creencia en los países que tienen escuelas de doble turno, que el turno vespertino llega a ser un turno mal visto y poco apreciado por las personas, de acuerdo con las recientes investigaciones, pareciera ser que el turno vespertino presenta al final un mayor beneficio para los niños, niñas y adolescentes ya que les permite tener un mejor desarrollo de acuerdo con sus necesidades fisiológicas.

 

Acerca del autor

Arturo Arrona Palacios (arturoarrona@tec.mx) es Doctor en Filosofía con orientación en Psicología, perteneciente al Sistema Nacional de Investigadores (Nivel 1) y actual postdoctor en el Writing Lab del Instituto para el Futuro de la Educación del Tecnológico de Monterrey.

 

Referencias

Arrona-Palacios, A. & Día-Morales, JF. (2018). Morningness-eveningness is not associated with academic performance in the afternoon school. British Journal of Educational Psychology, 88, 480-498.

Arrona-Palacios, A., Díaz-Morales, JF, & Adan, A. (2021). Sleep habits and circadian preferences in school-aged children attending a Mexican double-shift school system. Sleep Medicine, 81, 116-119.

Arrona-Palacios, A., García, A., & Valdez, P. (2015). Sleep–wake habits and circadian preference in Mexican secondary school. Sleep Medicine, 16, 1259-1264.

Cárdenas, A. (2011). Escuela de doble turno en México: una estimación de diferencias asociadas con su implementación. Revista Mexicana de Investigación Educativa, 16, 801-827.

Carskadon, M. (2011). Sleep in adolescents: the perfect storm. Pediatrics Clinics of North America, 58, 637-647.

Crowley, SJ., Wolfson, A.R., Tarokh, L., & Carskadon, M.A. (2018). An update on adolescent sleep: New evidence informing the perfect storm model. Journal of Adolescence, 67, 55-65.

Duffy, J., & Wright, K. Entrainment of the human circadian system by light. Journal of Biological Rhythms, 20, 326-338.

Díaz-Morales, J., & Escribano, C. (2015). Social jetlag, academic achievement and cognitive performance: Understanding gender/sex differences. Chronobiology International, 32, 822-831.

Marx, R., Tanner-Smith, E., Davison, C., et al. (2017). Later school start times for supporting the education, health, and well-being of high school students.Cochrane Database Syst Rev, 7, CD009467.

Waterhourse, J., Fukuda, Y, & Morita, T. (2012). Daily rhythms of the sleep-wake cycle. Journal of Physiological Anthropology, 31, 5.

Zimmerman, BJ. (2015). Self-regulated learning: theories, measures, and outcomes. En J. D. Wright (Editor), International Encyclopedia of the Social & Behavioral Sciences (pp. 541-546). Elsevier.

Edición por Rubí Román (rubi.roman@tec.mx) – Observatorio de Innovación Educativa

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0