Divulgación científica, ¿qué nos está faltando?

La ciencia tiene como propósito ideal servir a la gente. ¿Pero qué pasa cuando la gente no confía en la ciencia? Una reevaluación de cómo comunicamos conocimiento es necesaria para erradicar la desconexión entre la comunidad científica y el público.

Divulgación científica, ¿qué nos está faltando?
La investigación científica y su comunicación están descontectadas. ¿Cómo lo resolvemos? Foto: Bigstock
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Con la enorme cantidad de información que circula por la red hoy en día, es fácil perderse, especialmente cuando muchos de estos datos pueden ser tendenciosos o hasta falsos. Anteriormente exploramos la prevalencia de las fake-news y sus efectos adversos sobre la veracidad de las comunicaciones que recibimos, pero el fenómeno de la desinformación mediática es demasiado complejo como para atribuirlo a una sola causa.

Vivimos en una época en la que hasta mandatarios de países y otros servidores públicos de alto nivel pueden decir públicamente que no creen en el cambio climático o que el carbón limpio existe.

La situación denota una desconexión entre la investigación científica y la intención de comunicarla. Es claro que desde el momento en que una hipótesis es comprobada en el laboratorio, hasta que la información es recibida por el público general, algo se está perdiendo.

Cuestión de confianza

La ciencia tiene el mejor método para acercarnos al entendimiento de nuestro entorno, pero no replica su éxito para comunicar el conocimiento que genera. Esta debilidad ha causado un retroceso preocupante para la divulgación y su credibilidad en los últimos años.

Un estudio de Harvard arrojó que la confianza del público estadounidense en la información científica era de 46% en el 2006, otra investigación de YouGov sostuvo que el nivel de la misma era de 35% en el 2017, y que el número de personas que no prestaban credibilidad en absoluto había aumentado en un 50%. Las presentes estadísticas plantean una pregunta importante para entender el declive de la divulgación: ¿Por qué no les creemos a los científicos?

Philip Hunter, escritor profesional de ciencias y tecnología, explica que la divulgación científica puede estar ligada a motivos ulteriores a veces.  Mejorar la reputación de un investigador o universidad, conseguir algún fin de índole político o económico, estos son motivos plausibles para publicar un artículo sin veracidad, ni fundamentos.

Afirmar que es así en todos los casos, es una generalización innecesaria, pero sí debemos considerar que la noción de que la ciencia sirve a alguien más, ha afectado negativamente la percepción del público hacia la misma. Esta brecha entre lo que los científicos descubren y lo que la comunidad escucha solo puede cerrarse de una manera.

Saliendo del Laboratorio

La ciencia es exacta, tiene un método, no necesita dormir ni comer, no tiene inseguridades, talentos especiales ni dificultades para relacionarse con la gente o comunicar datos, los científicos están ahí para hacer todo el trabajo:  Interpretar, organizar y comunicar, aquí es donde entra ese factor humano del que la ciencia carece.

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“Necesitamos involucrarnos más, explicar a la gente qué hacemos.  Tenemos que señalar con el dedo los titulares que asustan, los que no tienen nada que ver con los hechos y la verdad. ”

Jane Doudna, Doctora en Bioquímica por Harvard y pionera del corta-pega genético, ofrece una perspectiva sincera sobre las dificultades de muchos científicos cuando es momento de probar sus descubrimientos frente al público.

“Es cierto que, en general, somos muy reacios a hablar en público y nos sentimos cómodos en el laboratorio e incómodos ante el ojo público. Pero me gustaría ver que con el tiempo se produzca un cambio”.

Doudna se mostró esperanzada ante la posibilidad de un aprendizaje en la comunidad científica, que los lleve a empatizar con la gente, ayudarles a entender que los descubrimientos de la ciencia tienen como propósito principal el servir.

Cuestiones como mejorar la calidad de vida de las personas, cuidar al planeta, presentar el próximo gran avance que nos habilite hacer cosas que no pensábamos posibles antes, ese es el objetivo ideal del esfuerzo científico, y para que pueda seguir sirviendo al público, es necesario que recuperar su confianza en esta intención. “Necesitamos involucrarnos más, explicar a la gente qué hacemos.  Tenemos que señalar con el dedo los titulares que asustan, los que no tienen nada que ver con los hechos y la verdad”, recalcó Doudna.

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0