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Esta semana quiero iniciar este mensaje con una pregunta: ¿cómo te sientes? ¿cómo te encuentras hoy?
Quienes trabajamos en este medio pocas veces nos dirigimos directamente a nuestra audiencia, mucho menos para preguntarles “por cierto, ¿cómo están?”. Estamos tan inmersas en el trabajo, en las tareas cotidianas, en los pendientes, en las noticias y redes sociales que nos cuesta sacar la cabeza de ese hoyo negro tan vertiginoso que es hoy internet y sobre el cual circulan nuestras vidas.
Hoy no te quiero agobiar con más información, eventos, libros, webinars o invitaciones a convocatorias. Sinceramente me gustaría leerles, saber cómo se encuentran, cómo están sobreviviendo tanto conflicto mundial, tantas crisis (sanitarias, económicas) y tanta aceleración. Vivimos con prisa, con agendas llenas. Hasta el mindfulness se ha vuelto una tarea más por hacer. Yo, por ejemplo, tengo agendada mi hora de comida, la del yoga y la meditación. Google me recuerda que es hora de comer. En lugar de escuchar a nuestros cuerpos para saber cuándo tenemos hambre, cuándo necesitamos descansar, o cuándo nos apetece hacer alguna actividad física, consultamos nuestro calendario. Estoy generalizando, lo sé. Pero lo veo a mi alrededor, es un síntoma que no deberíamos pasar por alto. Sí, necesitamos cierta organización y disciplina. Soy la primera en comprar agendas y calendarios, en usar herramientas como Asana. Sé que la mayoría de nosotros tenemos un horario laboral que determina el ritmo de nuestros días, pero con la llegada de la pandemia este ritmo se ha acelerado. Si ya teníamos prisa antes, hoy nos movemos con celeridad, casi con urgencia. Pocas veces paramos, paramos de verdad.
Hace unos días leía a Jordi Plana en El Diario de la Educación, quien escribía sobre la escuela en tiempos de guerra. En este texto Jordi hace una invitación a detenernos, una invitación que ya he hecho en este espacio en diversas ocasiones. Citando a Marina Garcés (a quien leímos el mes pasado en el Círculo de Lectura del Observatorio) y a Carlos Magro, Jordi señala que «Parar es la mejor manera de hacer futuro. También es la mejor manera de pensar el futuro de la escuela». Coincido con él en que es más necesario que nunca detener este ritmo que llevamos “para leer lo que nos rodea, para tratar de entender lo que pasa”
A veces, basta con parar un poco simplemente para voltear a ver al otro y preguntar ¿cómo te encuentras?
Hasta la próxima semana.
Karina Fuerte
Editora en jefe, Observatorio de Innovación Educativa
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Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0 
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