Integridad académica en el siglo XXI, ¿está obsoleta?

La integridad académica es un elemento indispensable de la experiencia educativa. Pero es necesario revisar sus políticas para empatarlas con las condiciones marcadas por los contenidos digitales.

Integridad académica en el siglo XXI, ¿está obsoleta?
La integridad académica es relevante para la formación, pero los métodos para inculcarla no son vigentes. Foto: Bigstock
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Una dimensión muy importante de la educación es la que tiene que ver con la forma en la que los estudiantes cumplen con las tareas asignadas en los programas que cursan, la honestidad académica comprende una serie de reglas que regulan la conducta de los alumnos al momento de realizar las actividades que pide el maestro.

Los principios de la integridad académica parten de la ética, que bajo este contexto debe estar presente en la experiencia educativa. Para tener un aprendizaje genuino, los alumnos han de ser honestos y diligentes en sus labores, esto les dará también el beneficio de formarse una visión de vida basada en los pilares de integridad académica: Honestidad, confianza, respeto, responsabilidad y coraje.

Hasta ahora, la idea parece muy simple, sin embargo, una gran cantidad de estudiantes carecen del conocimiento para comprender en su totalidad todo lo que abarca la integridad académica y cómo aplicarla a la vida escolar.

Una encuesta realizada en la Universidad Purdue, en Indiana, reveló que el 37 % de los estudiantes en el plantel consideraban la deshonestidad académica como un problema serio, mientras que el 41 % opinó que el alumnado tiene un conocimiento pobre de las políticas necesarias para mantener la integridad académica.

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“Muchos estudiantes no tienen las habilidades básicas para citar correctamente, eso les causa problemas en su trayectoria escolar y profesional”

Gina Londino-Smolar, profesora de la Universidad Purdue, y creadora de un curso voluntario sobre integridad académica, encontró sorprendente que un porcentaje tan alto de la muestra de 3000 estudiantes, no tuvieran un conocimiento básico acerca de las políticas que componen la integridad académica.

Explicó que una de las mayores áreas de oportunidad en los alumnos es que no conocen las ramificaciones del tema, la mayoría de ellos, cree que la deshonestidad académica solamente se refiere a copiar una tarea o un examen.

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“No saben que también incluye falsificaciones, fabricaciones, interferencia o rompimiento de las reglas de un curso”

La profesora enfatizó la necesidad de que los docentes se dediquen no solo a cubrir los contenidos de una clase, sino aprovechar la oportunidad de reforzar el conocimiento sobre el código de ética y políticas de la integridad académica en cada actividad, argumentando que es la responsabilidad de todo educador que pretende preparar a sus estudiantes para el mundo real.

Muchos infractores no saben que lo son

Cuando pensamos en deshonestidad académica nos viene a la mente la idea del estudiante que copia las tareas o que hace trampa en el examen, este estereotipo es una de principales causas por las que los códigos de ética no se cumplen en las escuelas. Las infracciones más comunes ni siquiera son voluntarias, más bien se deben a un déficit de conocimiento acerca de una práctica académica muy simple: la bibliografía, citas y referencias.

No hay trabajo de investigación que pueda hacerse sin recurrir al material de otros autores, en eso consiste este tipo de trabajo académico. No hay nada de malo en incluir palabras de Piaget en un ensayo de psicología, o de Borges en un análisis de alguna obra de literatura fantástica pero, ¿en cuántos de estos trabajos se cita correctamente a los autores que proporcionan el material de apoyo para construir un proyecto, ensayo o tesis?

Las referencias como reto docente

Para mejorar el manejo de las bibliografías por parte de los estudiantes, debemos entender la realidad en que viven y la forma en que entienden los contenidos. El estudiante moderno ya no pasa horas en la biblioteca buscando información entre fuentes impresas, usualmente invierten este tiempo en línea.

Recursos como las enciclopedias, estudios, investigaciones y libros completos en Internet habilitados por la filosofía educativa del acceso abierto y regulados por licencias nuevas y flexibles como Creative Commons, han cambiado la forma en que los estudiantes se relacionan con los contenidos educativos. Ni los programas académicos ni las prácticas docentes han podido adaptarse a este cambio todavía.

Si queremos dejar de hablar de la honestidad académica como un principio obsoleto a rescatar, es necesario ser proactivos y flexibles para adaptar las políticas a las necesidades que las tecnologías de los contenidos marcan.

Las referencias son el primer paso para entender cómo funciona la propiedad intelectual y la manera en que podemos construir conocimiento a partir de esta sin plagiar, es la base de un sistema de ética académica.

¿Cuándo nos preocuparnos por enseñar a los alumnos a citar correctamente? ¿Lo enseñamos solo como una herramienta para hacer proyectos o como un componente importante de la formación ética que queremos brindar a los estudiantes?

Los alumnos comienzan a tener una vida en línea desde temprana edad, por lo que es necesario desarrollar programas académicos que inculquen una actitud ética con respecto a todos los contenidos a los que los estudiantes estarán expuestos aún antes de que escriban su primera bibliografía, de forma que ya tengan un sentido de la ética académica antes de comenzar a manejar contenidos para sus tareas.

¿Cómo empezar a incorporar la integridad académica a la vida escolar?

Hay algunas medidas que profesores y personal educativo pueden aplicar para elaborar programas que ayuden a desarrollar la ética académica en los estudiantes. Es recomendable partir de un análisis de los reglamentos en las escuelas, para identificar las políticas y procedimientos que regulan la deshonestidad académica, examinar cómo son manejados los reportes de deshonestidad académica; si existe una diferenciación o jerarquía para tratar los casos que se dan solo por falta de educación para citar y las que realmente son situaciones flagrantes, desarrollar una lista de recursos para los estudiantes que incluya la metodología de uso de fuentes y ejemplos de las mismas así como una definición de cada uno de los tipos de deshonestidad académica, sus implicaciones y consecuencias.

Es necesaria también la implementación de talleres para instruir a los maestros en el uso de las tecnologías para acceder contenidos y encontrar nuevas formas de inculcar en los alumnos el interés de aprender cómo intersectan la ética y la interacción con los contenidos digitales.

La integridad académica como principio siempre será vigente mientras haya una intención de ser dedicado y honesto con el trabajo dentro y fuera de la escuela. Pero para que esta vigencia se traduzca a la práctica se necesita que del esfuerzo de los trabajadores de la educación sea tan constante y actual como el de aquellos que producen la tecnología para el acceso a la información.

Este artículo del Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación puede ser compartido bajo los términos de la licencia CC BY-NC-SA 4.0